miércoles, 2 de septiembre de 2009

Por un final de la vida en libertad

El asunto Eluana Englaro aún no termina. Sigue arrastrándose la estela sombría que el parlamento italiano y el Vaticano en dolosa complicidad le dieron al asunto, por el tiempo en el que Englaro muere luego de una extenuante batalla legal en la que la familia logró imponer la voluntad expresa de Eluana de no prolongar su vida si se encontraba en estado vegetativo.

Ahora es la Congregación para la Doctrina de la Fe (la ex-Inquisición para ser más precisos) la que arremete contra los 41 sacerdotes católicos que firmaron en febrero pasado la célebre 41 preti per la libertà sul fine-vita (41 sacerdotes Por un final de la vida en libertad) en la conocida revista ateísta italiana Micromega, dirigida por la némesis de Ratzinger, Paolo Flores d'Arcais (Ver http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Vaticano/investiga/defensores/testamento/vital/elpepusoc/20090902elpepisoc_8/Tes).

Y qué es lo que decía la carta de marras, como para despertar la suspicacia de los inquisidores. Nada que no sea de justicia, pero sí todo lo que la jerarquía católica teme al suponer que el control de la moralidad humana se escape de sus manos. Los sacerdotes mencionados, ante la forma en la que el debate se pudría y motivaba esta genial connivencia parlamento-vaticano, que anuncia el paraíso del estado confesional que anhelan Berlusconi y Ratzinger, señalaban lo siguiente (la traducción del italiano, espero sean benignos, es mía, pero remito al original http://temi.repubblica.it/micromega-online/33-preti-per-la-liberta-sul-fine-vita/):

"Con la fuerza de la razón y la serenidad de la fé es que nos oponemos a una intervención legislativa que mortifica a la libertad de conciencia informada y responsable en nombre de principios que no son de competencia del Estado y menos aún de un gobierno o un parlamento que actúan de manera ideológica sobre la ola de emotividad creada al respecto de la instrumentalización de un hecho doloroso (el de Eluana Englaro). Como creyentes afirmamos que comoquiera que somos libres de vivir nuestra propia vida, así podemos también decidir el morir en paz, cuando no haya esperanza de mejorar las propias condiciones de la existencia humana ."

Los policías de la conciencia católica siempre aparecen ante anatemas como éste. Podemos decidir morir en paz, es nuestro derecho. Pero para el Vaticano y para su cómplice de hogaño, il cavaliere Berlusconi, ese no es un derecho humano, ese derecho les pertenece a ellos. Y para conseguirlo no han dudado en darle una vuelta de tuerca a la legalidad.

En Febrero y ante la inminente muerte de Englaro, decretada por el Tribunal Supremo, Berlusconi convocó de urgencia al parlamento a que se reuniera para sacar una ley que impidiera la muerte de ésta. No pudieron evitarla, pero si consiguieron producir una ley a todas luces inconstitucional. En este engendro legislativo se menciona que la voluntad expresa de un individuo a morir, aunque esté manifestada en un testamento, no será vinculante para el médico (por lo que se le ha dado el nombre de ley de anulación del testamento vital). Es decir, lo que un ciudadano común establezca en cuanto a lo que ha de hacerse en una situación delicada como la de un estado de coma prolongado o vegetativo, aunque esté escrito, no obliga a un médico a prestarle atención, a pesar del artículo 32 de la Constitución italiana. No sólo eso, remata afirmando un despropósito indigno de seres humanos : "A la espera de la aprobación de una completa y orgánica disciplina legislativa en materia del fin de la vida, la alimentación y la hidratación, en cuanto formas de ayuda vital y fisiológicamente indicadas para aliviar el sufrimiento, no pueden en ningún caso ser rechazadas por los sujetos afectados ni por quien asista a sujetos que no pueden valerse por sí mismos". Para la dación de esta ley, Berlusconi no dudó en enfrentar a todas las instancias del estado (ver http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Berlusconi/rebela/todos/poderes/Estado/derecho/elpepusoc/20090206elpepusoc_1/Tes)

No importó en absoluto el sufrimiento de Eluana ni el de sus padres en ese entonces, Febrero 2009. Eluana, de 38 años y en estado vegetativo desde 1992 tras una accidente de tráfico, había siempre expresado su voluntad de que se le permitiera morir si se producía uno de estos casos. "Si los médicos la hubieran dejado morir como ella habría deseado cuando nos dijeron que no había esperanza, no tendríamos ahora que revivir continuamente el drama de la muerte de nuestra hija", mencionaba Beppino Englaro su padre.

Lo que importaba, ahora podemos entenderlo, era el dogma, no las personas. Hoy, a meses de la muerte de Englaro, la curia no se queda quieta, amenaza, confabula en las altas esferas del poder, alíandose con un indeseable como il Cavaliere para conseguir los resultados que mantengan su poder sobre la conciencia de millones de fieles.

Guillermo Ladd

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