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miércoles, 19 de septiembre de 2012

La inocencia de los musulmanes: cómo incitar la estupidez a escala global



Los ingredientes eran los suficientes: una fecha clave (11 de Setiembre), un odio visceral contra el Islam (el de los cristianos coptos y el del infame pastor protestante Terry Jones), una predisposición a sentirse ultrajado (la de los musulmanes más radicales, es decir los salafistas). Añádale a éstos un detonante ridículo como una película inexistente de la cual se conocen sólo los 13 minutos que aparecen en YouTube. Como resultado inicial, 2  edificaciones norteamericanas, el consulado en Benghazi, Libia (ver foto superior) y la embajada en Egipto, asaltadas por un grupo de manifestantes atizados por la contraparte muslim de T. Jones, el predicador salafista Wessam Abdel Wareth, luego el desarrollo de una crisis global que se viene dando en aquellos países donde el Islam es mayoritario y en los que diversas embajadas, ya no exclusivamente norteamericanas, vienen siendo acosadas por un populacho sediento por vengar la blasfemia cometida contra el profeta Mahoma. Como era de esperar los oportunistas no faltan: el candidato republicano a las próximas elecciones norteamericanas, Mitt Romney, aprovechó la situación para criticar la política exterior con respecto a la Primavera Árabe del gobierno de Obama en un momento crucial para las aspiraciones reeleccionistas del candidato demócrata. La situación, que amenaza quebrarse aún más, pone bajo los faros de la opinión pública internacional varios temas de urgente importancia: la regulación de los odios interreligiosos, la política norteamericana en Medio Oriente y en particular respecto de los gobiernos nacidos bajo la sombra de la Primavera Árabe, la liquidación de Al Qaeda y sus satélites de notoria raigambre wahabista (o salafista, que son lo mismo), la situación de las minorías religiosas en países islámicos. Todo un quebradero de cabeza para quien se aventure  a reconocer las dificultades que estos temas entrañan desde una perspectiva geopolítica.

Lo único claro es que la estupidez humana no tiene límites y la actual crisis que algunos llaman "crisis de las embajadas" lo demuestra en cada uno de los hitos en los que está deviniendo.

Comencemos por el infame video, llamado Inocencia de los Musulmanes que puede verse en este link, no nos preocupemos si no podemos  terminar de verlo. Es de una factura inconcebiblemente ruin: el "director", un tal Sam Bacile , un cristiano copto que vive en los EEUU -el detalle de ser copto no debe sernos elusivo dado que, principalmente en Egipto, esta minoría religiosa ha sido tratada con crueldad desde los tiempos del depuesto Mubarak- contando aparentemente con el financiamiento de algunos judíos publicó en YouTube lo que sería un extracto de una película de mayor duración, en la que Mahoma es mostrado como un pederasta, asesino, mujeriego y con evidentes dificultades intelectuales. Lo cierto es que el tal Bacile cuyo nombre real es  Nakoula Basseley Nakoula, tenía prohibido el acceso a internet por la justicia norteamericana debido a algunos crímenes cibernéticos que había cometido anteriormente y por tanto no podía acercarse a computadora alguna. Como era de esperar el esperpento creado pasó desapercibido, así que no le quedó más opción que colgarlo en Youtube. Otro cristiano copto, Morris Sadek, afincado en los EEUU le añadió subtítulos en árabe y lo envió en un e-mail masivo a quien pudiera interesarle. Adivinamos en manos de quién cayó? pues en las de la "bette noire" de los musulmanes, el dudoso pastor Terry Jones (véase nuestra entrada del 16/9/2010) quien tuvo la idea brillante de trasmitirlo el 11 de setiembre como parte de un singular juicio a Mahoma en el que además del video de marras le añadía uno propio en el que acusaba a Mahoma de fraude y otros delitos. Hasta ese momento nada hubiera sucedido de no tener Egipto a un periodista sensacionalista como  Sheik Khaled Abdallah de la red televisiva al-Nas, quien sin ningún empacho difunde la desecración por el canal de televisión para el que trabaja. La ira del predicador salafista Wessam Abdel Wareth en Egipto y la oportunidad para la actuación de Ansar al Shari'a, una rama del salafismo vinculada con Al Qaeda harían el resto, contando por supuesto con la ingenuidad norteamericana que no dio el respaldo suficiente a su embajador en Libia, donde era conocida la actividad política de estos sectores, y para la cual no se tuvo la suficiente perspicacia al ignorar la fecha crítica que los árabes radicales no olvidan: 11 de Setiembre. 

Resultado: el consulado en Libia arrasado por el fuego provocado por un acción de un comando con evidente entrenamiento militar, la muerte del embajador norteamericano Chris Stevens y otras tres personas, la embajada de EEUU en Egipto inicialmente y luego otras ubicadas en países musulmanes acosadas por un populacho incapaz de distinguir la irracionalidad y el afán provocador que traía consigo el video mencionado, la imagen de los EEUU debilitada por la acción conjunta de Al Qaeda  y  sus satélites salafistas quienes demuestran a la opinión pública mundial que el triunfalismo por la muerte de Bin Laden es un absurdo de la política exterior norteamericana.

La revista Time ha denominado a todo este entramado de hombres e instituciones "la industria del ultraje". Yo no dudaría en llamarlo "la industria de la estupidez". Y como queda claro de la actuación de los actores involucrados, la ley de Murphy y la Navaja de Hanlon tienen plena vigencia: "Si algo puede salir mal, saldrá mal, en el peor momento posible" acota la primera, "No atribuyas nunca a la malicia lo que se puede explicar adecuadamente con la estupidez" establece la segunda y no dejan de tener razón. Desgraciadamente en la coyuntura actual los únicos que parecen saber lo que quieren son los sectores supérstites a Bin Laden, quienes han actuado aprovechando el tumulto islámico y la imprevisión norteamericana para demostrar que continúan en funciones y que pueden, cuando así lo deciden, tomar venganza por la muerte de uno de los suyos. Tan solo el día anterior al ataque en Benghazi, Ayman al-Zawahiri, la mano derecha de Osama bin Laden había difundido un video en el que confirmaba la muerte por un dron americano del líder libio Abu Yahya al-Libi e invocaba su venganza.

Todo lo ocurrido hubiera podido evitarse si viviéramos en un mundo más sano, un mundo en el que los odios religiosos no existieran porque la religión en si misma sería considerada un dato innecesario de la subjetividad, un mundo en el que las fuerzas que ejercen la autoridad no vivieran de espaldas a una realidad que aún debemos soportar mientras exista la religión, es decir, que la defensa insufrible de un dogma tiene más valor que la vida de un ser humano. La historia de toda religión lo demuestra, así piensan sus burocracias, temerosas de perder el poder que dicen haber recibido por parte de una divinidad inexistente.

Como hemos de entender la tensión relacionada a la blasfemia -sus cotas más altas se expresan actualmente en Pakistán y por otros motivos censurables- continuará en los meses siguientes. Hoy, por ejemplo, la célebre revista cómica francesa Charlie-Hebdo ha sido atacada cibernéticamente (en el 2007 musulmanes radicalizados quemaron sus instalaciones) por atraverse a publicar en su portada una caricatura ilustrativa de lo que ocurre en los países islámicos, a quienes llama Los intocables 2: un ultradoxo judío lleva en una silla de ruedas a un fanático musulmám, mentras ambos afirman: "No hace falta burlarse". La distorsión no es propia de quienes se someten al credo islámico, toda religión -sobre todo en sus sectores más fundamentalistas, el catolicismo no es una excepción- la tiene inmersa en su patrón ideológico y ocasionalmente sale a la luz, desgraciadamente es parte de la naturaleza de todo credo religioso y no expresa sino su propia incertidumbre ante lo que ellos mismos suponen cierto, seguramente sin saber porqué creen en aquello que no resulta sino una sutil (o brutal en algunos casos como éste) forma de autoengaño.




sábado, 2 de enero de 2010

Kurt Westergaard y el coraje de enfrentarse al Islam armado con sólo una pluma

"No hay bromas en el Islam. No hay humor en el Islam.
No hay diversión en el Islam"
Ayatolá Khomeini

Ayer por la noche Kurt Westergaard, caricaturista danés de 74 años, sufrió el tercer intento de asesinato en su contra desde que tuvo la ingenua osadía de publicar, junto con otros once colegas suyos, el dibujo que reproduzco antes del epígrafe en el diario de centro derecha danés Jyllands-Posten en setiembre del 2005, desencadenando la crisis danesa de las caricaturas blasfemas. Esta vez fue un joven somalí que, armado de un puñal y un machete irrumpió en su casa de Aarhus mientras gritaba ¡Venganza! y ¡Sangre!. Felizmente Westergaard tenía dispuesto en su vivienda un panic room para estos casos, así que una vez conocidas las intenciones del somalí se atrincheró en la misma y llamó a la policía. El enfrentamiento con las fuerzas del orden no fue largo, pero la negativa del hombre a rendirse así como su ataque a uno de los policías obligaron a éstos a dispararle en la mano y rodilla para contenerlo. Los reportes policiales hablan de que el atacante se encontraría cercanamente vinculado al grupo terrorista somalí Al Shabab, así como a la rama de Al Qaeda del África oriental.
A pesar del tiempo transcurrido los islamistas ofendidos no ceden en su empeño de vengar la blasfemia a pesar de las disculpas dadas tanto por el periódico como por el primer ministro danés Anders Fogh Rasmussen. Como vemos en la presente entrada otros connotados caricaturistas ofrecieron sus respectivas visiones del profeta Mahoma, pero se encuentran relativamente seguros siendo Westergaard el único que continúa acosado por los propulsores de la fatwa. Ya en febrero del 2008 tres personas fueron detenidas luego de una entrevista que el artista efectuara en la que denunciara su temor a perder la vida: “Por supuesto que temo por mi vida -afirmó en ese entonces-luego que la PET (el servicio de Seguridad e Inteligencia danés) me informara que existían planes concretos de algunas personas para asesinarme. Sin embargo, he transformado mi temor en cólera e indignación. Me llena de rabia la falta de correspondencia entre un día de actividad cotidiana perfectamente normal como los que acostumbraba tener para efectuar mi trabajo y los mil que he recibido de éste abuso desde que esta locura se desató". La policía danesa arrestó a dos hombres tunecinos sospechosos de complotar para asesinar al dibujante; ninguno fue acusado: uno fue deportado y el otro fue liberado recientemente luego de ser rechazados los esfuerzos de la PET por expulsarlo de Dinamarca. En octubre pasado, dos hombres fueron detenidos en Chicago bajo los cargos de planear matar a Westergaard y al ex-editor cultural del periódico, estándose a la espera del inicio del juicio en su contra. Desde entonces Westergaard vive con custodia policial permanente y probablemente continuará así el resto de su vida.
De nada le han valido sus explicaciones así como las justificaciones de su célebre caricatura "Mi dibujo fue un intento de exponer a aquellos fanáticos que han justificado un gran número de ataques terroristas, asesinatos y otras atrocidades basándose en la palabra de su profeta. Si muchos musulmanes creen que su religión no aprueba estos actos, podrían haberse manifestado y declarado que los hombres que ejercen la violencia no representaban el verdadero significado del Islam. Muy pocos lo hicieron". Aún en el atentado de ayer sólo un poco conocido grupo musulmán danés se ha manifestado en rechazo del ataque.

La crisis danesa se ha convertido en un hito de la defensa de la libertad de expresión y probablemente tanto sus prolegómenos como su desarrollo han sido poco conocidas. Un breve resumen será entonces pertinente, como el propio dibujante nos lo hace en una intervención efectuada en la Universidad de Princeton en Octubre de este año (ver Creeping sharia) al cual remito.

En los meses previos a la publicación de las caricaturas, los islamistas habían lanzado una serie de ataques contra la libertad de expresión en Europa y particularmente en Dinamarca. El juicio por el brutal asesinato de Theo van Gogh a manos de un musulmán radical estaba aún presente en la memoria de los europeos. En Copenhague era imposible encontrar un artista que quisiera ilustrar un libro para niños acerca de Mahoma que pretendía publicar un conocido escritor danés, Kare Bluitgen; un concierto fue cancelado debido a que radicales musulmanes reclamaban se tocaría música antiislámica; un disertante de origen judío que iba a dar una conferencia en la Universidad de Copenhague fue secuestrado a plena luz del día por un grupo de árabes y agredido violentamente por recitar el Corán como parte de su curso. Ante esta situación fue que el editor cultural del Jyllands-Posten creía imperativo poner a prueba la amplitud de la libertad de expresión de la que efectivamente gozaban los daneses, lo que incluía el derecho de tratar al Islam, a Mahoma y a los musulmanes exactamente como lo harían con cualquier otra religión, profeta o grupo de creyentes. Si ya no podían ejercer ese derecho, podría concluírse que el país había sucumbido de facto a la shari'a. Es así que publican las caricaturas que aparecen en esta entrada.

Los hechos devenidos en los meses siguientes constituyeron una de las peores crisis diplomáticas del estado danés: una ola de protestas se generó en el mundo musulmán, algunas de las cuales generaron violentos enfrentamientos que dieron cuenta de más de 100 muertos; se incendiaron varias embajadas danesas en Siria, Líbano e Irán, se atacaron edificios europeos y se prendió fuego a banderas danesas, holandesas, noruegas y alemanas en Gaza. A pesar de las invocaciones de algunos líderes islámicos para que las manifestaciones fueran pacíficas, otros líderes como Mahmoud al-Zahar de Hamas, manifestaron amenazas de muerte contra los caricaturistas. Aparte de las huelgas y boicots contra los productos daneses efectuados en los principales países musulmanes, para no hablar del mismísimo Osama bin Laden amenazando a la Unión europea si se atrevían a reimprimir las caricaturas.

El intento de asesinato contra Kurt Westergaard nos plantea una definición radical insoslayable: qué es más importante el aniconismo musulmán y su observancia de no efectuar imágenes del profeta, menos aún cuando las reproducciones son blasfemas como las caricaturas de Mahoma publicadas por el periódico danés han sido calificadas por los adeptos al Islam o la vida de un hombre? El lector sabe ya cuál es la respuesta de éste blogger, cuál será la suya?

Pero dejemos las palabras finales al propio Westergaard, quien describe otra caricatura suya publicada en plena crisis y que habla bien los sentimientos que lo embargan, entre los que no se encuentra evidentemente el arrepentimiento, imposible en ocasiones como ésta: "Me encuentro hacia la derecha. Mi cabeza está próxima a explotar de rabia por el insulto hecho contra mi persona. Al mismo tiempo siento rabia por las acciones terroristas efectuadas en New York, Madrid y Londres... A la izquierda he añadido la vieja caricatura de Mahoma, debido a que todo comenzó con ésto. El conejo simboliza mi propio coraje personal, el cual no es muy grande. Es parte de mí, quien preferiría quizás salir huyendo, al no poder controlarlo todo". Lo que mil hombres, millones, o aún la humanidad entera piense de sí misma y de sus dioses no valdrá nunca lo que la vida de un solo hombre.

Guillermo Ladd

martes, 1 de diciembre de 2009

El absurdo referéndum suizo y la islamofobia en Europa



La estupidez humana se manifiesta de tan variada manera que podría hacerse una selección de las más notables muestras de ella y extraeríamos para estos fines muchos ejemplos relacionados con la temática religiosa. En esta ocasión traigo como muestra el reciente referéndum propuesto en la democrática y secular Suiza que ha tenido como fin añadir a su constitución la expresa normativa de que no puede elevarse en los cielos de éste país europeo un signo reconocido de la religiosidad musulmana como lo es el alminar. La fotografía que encabeza este artículo es bastante ilustrativa: contrastando con la oscuridad del cielo nocturno suizo, se alza un iluminado alminar del tamaño de un edificio pequeño como el adyacente. En todo Suiza sólo existen dos de éstos ejemplares, uno en Ginebra, otro en Zurich; en ninguno de los dos se ha autorizado su empleo para los fines que tiene en los países árabes, a saber, que el almuédano convoque a los creyentes a los ritos musulmanes desde la altura del ahora prohibido elemento arquitectónico. En Berna, la capital suiza, la mezquita mayor se encuentra ubicada en la parte posterior de un estacionamiento para automóviles, lo cual dice a las claras cómo se ubica en el entorno citadino esta religión. Y nos puede hablar bien, asímismo, de como se ubican los musulmanes en esta sociedad: en el traspatio de Europa, gracias a la negativa de integrar al ciudadano de creencia musulmán a la corriente modernizadora del viejo mundo.

Si bien es cierto la propuesta de referéndum fue planteada desde la extrema derecha por el Partido Popular de Suiza (UDC-SVP) -el más votado con el 29% votos en las elecciones federales pasadas y que ahora ha conseguido convencer al 57% de la población suiza de éste despropósito-, los adherentes se han desplegado desde el feminismo hasta la izquierda suiza, con la solitaria oposición del partido verde.

La situación no es nueva en Europa, ni está circunscrita a la neutral Suiza. Las protestas contra la apertura de mezquitas se han sucedido en distintas ciudades europeas, como Londres, Colonia o Sevilla. La extrema derecha de Bélgica, Holanda y Dinamarca ha anunciado que hará campaña para que la prohibición se implante en sus respectivos países. "Se trata", según ha declarado a Le Monde el diputado del partido belga Vlaams Belang de enviar a los musulmanes "una señal de que deben adaptarse a nuestra manera de vivir y no a la inversa" Mientras, en Holanda el líder populista Geert Wilders ha declarado "Por primera vez en Europa, la gente ha expresado su rechazo a una forma de islamización...Lo que ha sido posible en Suiza, tiene que serlo también en Holanda" (Le Monde 1.12.2009)

Esa idea de asimilación cultural subyace en la prohibición del burka o del velo islámico -de reciente discusión en Francia- pero, mientras que en la cuestión de la vestimenta sus detractores esgrimían la defensa de otros bienes jurídicos como la libertad de elección de la mujer, el caso de los alminares sólo ha sido defendido con argumentos de recelo y defensa de la identidad cultural.

La prohibición de más alminares va más allá de la supresión de un motivo arquitectónico. En realidad estas torres no son un requisito para la práctica del islam. Su ausencia no afecta a los creyentes, que pueden rezar igualmente sin ellos. La mayoría de las mezquitas en Europa no tienen alminares o tienen uno de poca altura. Las razones son diversas. En algunas ocasiones porque se han abierto en edificios preexistentes, en otras porque las autoridades han limitado la altura de las torres (recordemos a la demócrata cristiana Angela Merkel que para resolver la decisión de autorizar la construcción de una mezquita en Colonia, lo permitió bajo la justa condición de que sus alminares no rebasaran la altura de las principales cúpulas cristianas que ostenta esta ciudad). En las pocas que cuentan con él no se usa para la llamada a la oración, común en los países de mayoría islámica. El alminar, sin embargo, ha sido siempre el signo más distintivo de la presencia y pujanza islámica. El antropólogo Jordi Moreras cree que a diferencia de otros símbolos de la fe islámica en Europa, los minaretes reflejan el carácter perenne de la comunidad islámica. Para El País (2.12.2009)"El rápido cambio demográfico está detrás de los recelos. Muchos barrios europeos han experimentado en muy poco tiempo una transformación radical en su paisaje humano y arquitectónico. En algunas ciudades los inmigrantes constituyen cerca del 30% de la población. Las encuestas revelan que el 57% de los europeos opina que en su país "hay demasiados extranjeros". Y ante ese panorama, algunos líderes de opinión se han dedicado a agitar los miedos. Sus predicciones exageradas afirman que la población musulmana será mayoritaria en pocas generaciones debido a las altas tasas de inmigración y fertilidad. No obstante las predicciones más pesimistas hablan de que para 2025 la proporción musulmán en Europa no llegaría al 8% de la población total.

No nos extrañe la actitud de estos ciudadanos europeos temerosos de la pérdida de ésta, su cuestionable identidad; no reconocer al otro como igual es una actitud bastante propia de ideologías dotadas de una buena dosis de paranoia y de ésta no nos protegen ni el secularismo ni el progresismo de izquierdas como Suiza nos lo demuestra con meridiana claridad. Buena muestra de esta intolerancia hacia el diferente los musulmanes ya la tienen en sus países contra quienes no comulgan con sus creencias religiosas, de tal manera que el referéndum suizo no es sino una islamización a la inversa, e indudablemente una hecha con lo peor del Islam. Los occidentales, fuera de toda racionalidad, actúan como su contraparte musulmana negándoles a ellos la expresión de su religión a través de esta absurda negativa. Las noticias que siguen llegando sostienen que ésta actitud proseguirá en otras urbes europeas; Colonia, Sevilla, Holanda seguirán por el mismo camino abierto por el absurdo referéndum. Y después Occidente se queja de los actos insanos que los adeptos del Islam practican.

Tal vez un acto de sutil ingenio como el protagonizado por estos ciudadanos suizos inconformes con los resultados que averguenzan a su país, sea lo que quede por apoyar (ver foto) . Pues, aunque lo religioso puede no ser algo digno de respeto en toda circunstancia, la dignidad humana y el parecer del otro, aunque esté equivocado son principios eternos e inmarcesibles sobre los que se fundamenta nuestra singular naturaleza. Olvidarnos de ésto es simplemente ignorar lo que somos.

Guillermo Ladd

jueves, 24 de septiembre de 2009

Robert Fanish, vivir y morir como cristiano en Pakistán


Este hombre, con evidentes huellas de ahorcamiento, ha muerto en una celda de la cárcel de Sialkot, Pakistán. Las autoridades afirman que se suicidó, sus familiares que fue asesinado. Se llamaba Robert Fanish, tenía 20 años. Su crimen: ser cristiano en un país musulmán y pretender a una mujer musulmana. Los familiares de la chica a falta de mayores argumentos para evitar la aproximación entre ambos lo acusó del peor crimen que puede darse en este lugar: blasfemia. Puntualmente, profanar las sagradas escrituras coránicas infringiendo el Código Penal Pakistaní (de 1860, ver Código) que regula con bastante precisión los crímenes y las penas a aplicar en estos casos: el artículo 295 de dicho código establece a la letra “Cualquiera que voluntariamente profane, dañe o blasfeme contra una copia del sagrado Corán o de un extracto de éste o hable de él de una manera despectiva o para cualquier otro propósito ilegal será castigado con cadena perpetua”. Originalmente establecía la pena de muerte, pero la presión internacional moderó este exceso hasta llevarlo al confinamiento de por vida, a despecho de lo que la Corte Federal de la Shari’a exigiera.

La historia que se encuentra en el trasfondo de esta muerte es bastante ilustrativa de lo que ocurre con los cristianos, una minoría religiosa, que pretende vivir en un país con más del 95% de su población creyente en el Islam.
Fanish y Hina Asghar, musulmana, se frecuentaban los últimos 4 años. El 10 de este mes habiéndose citado en la azotea de su casa, fueron sorprendidos por la madre de la muchacha, quien colérica contó lo ocurrido a la esposa de un clérigo conocido como Amanullah de la aldea en la que viven, Jathikai. Se le advirtió a Hina que de continuar la relación ambos podrían perder la vida. A la mañana siguiente la joven intentó entregar una carta explicatoria de la decisión que pensaba tomar –alejarse- escondida en un supara (capítulo) del Corán en las manos de Fanish, el cual disgustado apartó su mano en un gesto descomedido ignorante de las intenciones de Hina y de el libro que ella blandía. El supara y la carta cayeron en una sentina, mezclándose con la basura que allí se encontraba. Al volver a casa la madre le preguntó cómo así había ensuciado las escrituras, al enterarse denunció el hecho ante Amanullah. A la mañana siguiente el clérigo anunció durante su sermón que un cristiano había blasfemado contra el Corán. Una turba de islamistas blandiendo palos se dirigió a la aldea, exigiendo el linchamiento de Fanish y ocupando la casa que poseía. La iglesia de su aldea fue incendiada, el padre de Fanish apresado y cuando procedían a quemarlo en la hoguera fueron convencidos por dos ancianos lugareños que un crimen como ése no quedaría sin castigo a los ojos de Alá y que si querían tomar venganza procedieran más bien a apalearlo. Así lo hicieron, lo llevaron a la Iglesia, donde continuaron quemando biblias y maltratándolo. Fanish, escondido, no fue arrestado hasta el día siguiente cuando intentaba beber agua. Una vez preso y tras un intenso interrogatorio la policía afirma que Fanish se colgó en su celda, usando una cuerda fabricada con sus propias ropas. El Comité de Acción Conjunta para los Derechos del Pueblo, una alianza de más de 30 grupos de derechos humanos, ha manifestado en un pronunciamiento que tiene el testimonio de testigos que afirman haber visto huellas de tortura en el cuerpo. Este comité dice que la evidencia en este caso “genera fuertes sospechas del compromiso de oficiales de la cárcel” en la muerte de Fanish (ver New York Times del 17 de Setiembre).

La tragedia de este hombre no es un hecho aislado. “Es un patrón” dice Asma Jahangir, portavoz de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán. Lo confirma la agencia de noticias cristiana Compass Direct News que ha hecho un recuento exhaustivo de los abusos que esta minoría viene recibiendo en Pakistán (ver http://www.compassdirect.org/espanol/pais/pakistan/). Los más recientes en Marzo, Junio y Julio pasado (ver Washington Post), causaron la destrucción de hogares, iglesias o la muerte en la hoguera de 6 cristianos, todos estos crímenes sin culpables, cometidos por turbas musulmanes enardecidas, con el mismo argumento, blasfemia.

Lo ocurrido el 25 de Julio merece también relatarse brevemente para entender tanto los reflejos antiblasfemos que la población paquistaní tiene tan aguzados, como la metodología empleada muy similar a la que ocasionó la muerte de Fanish. Un cortejo nupcial de una pareja cristiana pasó a lo largo de la aldea de Korian. Los participantes bailaban y arrojaban monedas al aire como dice la costumbre. A la mañana siguiente un miembro de la aldea encontró trozos de papel en las calles por donde el cortejo pasara que contenían escritura árabe.”Los examinamos y eran las páginas del sagrado Corán” afirmó un hombre en el atestado policial. Cuatro días después se acusó a uno de los participantes del cortejo, Talib Masih, quien enfrentado a los ancianos de la localidad no admitió su pecado generando la indignación de la población musulmana de la aldea. Los resultados: docenas de casas incendiadas, la Iglesia Pentecostal de La Fe en la Biblia dejada en ruinas, dos aldeanos muertos a balazos y otros 5, incluyendo 2 niños, quemados vivos. ( ver Washington Post de Agosto 3, 2009)

La situación no es novedosa y ha llevado a algunas acciones extremosas: en 1998 el obispo de Faisalabad, el sacerdote católico John Joseph, se suicidó de un balazo frente a la corte de justicia de la ciudad de Sahiwal en protesta porque uno de sus feligreses había sido condenado a la pena de muerte por haber hablado mal de Mahoma. Llamativa decisión en vista de que la Corte Suprema pakistaní siempre ha corregido las sentencias de cortes inferiores cuando condenaban al blasfemo a la pena capital (Ver BBC News de Mayo 7, 1998). Amnistía Internacional ha mencionado en un informe ad hoc acerca de la insuficiente protección de las minorías religiosas (ver Informe, 2001), que una característica común de las acusaciones por blasfemia en este país es la manera como son aceptadas sin la mínima crítica por los miembros del sistema judicial, quienes en ocasiones se ven enfrentados a amenazas y abusos de ser denegadas.

Un reciente reporte de la Comisión norteamericana Libertad Religiosa Internacional (ver Informe 2009) resalta el rol que Pakistán tiene en todo foro en el que participa promoviendo el concepto de “difamación religiosa” con la pretensión de globalizar sus propias leyes contra la blasfemia que, en opinión de la Comisión, limitarían seriamente y criminalizarían los derechos a la libertad de religión y expresión del individuo a escala mundial. Exige además del gobierno pakistaní la no criminalización de la blasfemia así como la implementación de cambios en los procedimientos legales que reduzcan y terminen con su abuso en contra de las minorías shiítas, sikh, cristianas y ahmadis.

Esta situación, que tiende a corromperse cada vez más, tiene que ver con la inestable situación política por la que Pakistán viene pasando en los últimos 30 años, desde que Mohammed Zia ul Haq dio su golpe de estado en julio de 1977. El dictador estableció la islamización de Pakistán en un momento de suma volatilidad en medio oriente, el annus mirabilis para el islamismo de 1979. La invasión soviética a Afganistán y el triunfo de la revolución iraní galvanizó a la sociedad musulmana generando una creciente radicalización social. El gobierno de Zia ul Haq se encontraba carente de base social, así la islamización de la política, la economía y la superestructura judicial le permitió tener el soporte de importantes corrientes de opinión dentro de la sociedad pakistaní; el fomento de las madrasas, escuelas de jihadistas que habrían de expandir su credo a lo largo de los principales países sunnitas, fue otra cota importante en este proceso que ahora Pakistán está pagando con la embestida de los talibanes en el valle de Swat. Es aquí, en este lugar, en donde se encuentra en juego cuál modelo de estado, secular o musulmán, habrá de guiar el destino de esta nación: los observadores mundiales se encuentran ante un expectante compás de espera.

La derrota talibán, por tanto, es un primer paso en el proceso de secularización que requiere el país para su ingreso en un proceso modernizador que coarte los excesos a los que estados confesionales como el pakistaní son capaces de llegar sin importarles la integridad de los individuos ni sus libertades personales. Mientras esta situación no llegue los cristianos como Fanish seguirán muriendo en el altar insano de un credo intemperante como el que se ha impuesto en Pakistán.

Guillermo Ladd

martes, 8 de septiembre de 2009

Parwiz Kambakhsh y el clero corrompido de Afganistán

Un estudiante de 25 años, Parwiz Kambakhsh, ha sido liberado en Afganistán por la intervención expresa del presidente Hamid Karzai quien tuvo que firmar su perdón en secreto. Hace 2 años fue apresado y condenado a muerte luego de su interrogatorio y consiguiente tortura, infligida para que aceptara su culpa por un crimen imperdonable en este país, blasfemia.

Kambakhsh estaba estudiando periodismo en la Universidad de la ciudad norteña de Mazar-i-Sharif y escribía para los diarios locales cuando fue detenido en Octubre del 2007.

Los procuradores que llevaban el caso afirmaban que se le detuvo por mostrar desprecio por el Islam al hacer preguntas acerca de los derechos de las mujeres durante sus clases en la Universidad y distribuir un artículo que había descargado de internet en el que se preguntaba porqué el Islam no daba a las mujeres iguales derechos que a los hombres, además de escribir sus propios comentarios en las copias de ese artículo acerca de las inconsistencias del profeta Mahoma con respecto a ese tema.

La sentencia de muerte desencadenó un reclamo internacional de tal magnitud que los jueces se vieron obligados en una segunda instancia a reducir la pena a una condena de 20 años de prisión en Octubre 2008 . Grupos de derechos humanos enviaron miles de peticiones condenando la sentencia y reclamando por la pronta liberación de Kambakhsh. La corte suprema ratificaría la sentencia en febrero de este año (ver http://www.nytimes.com/2009/03/12/world/asia/12afghan.html)

Reporteros sin Fronteras, afirmaba entonces "la justicia afgana ha fracasado nuevamente en proteger la ley y garantizar la libertad de expresión...Los procedimientos de apelación estuvieron amañados por distorsiones ideológicas, una notoria falta de evidencias e incomprensibles retrasos" (ver http://www.rsf.org/In-shameful-decision-Kabul-appeal.html ). De acuerdo al hermano de Kambaksh, Sayed Yaqub Ibrahimi, la sentencia había sido impuesta por presión de la milicia y los líderes políticos que había criticado en su artículo.

Este no es un hecho aislado. Otro periodista, Ghows Zalmai, ha sido sentenciado a 20 años de prisión por elmismo delito de blasfemia luego de publicar una traducción del Corán que los clèrigos de línea dura no aceptaban.A pesar de las seguridades que el presidente Karzai ha dado a diplomáticos occidentales y organizaciones de DDHH, acerca de las libertades de prensa y expresión, los periodistas y civiles se encuentran bajo la creciente amenaza tanto de insurgentes Talibán como del clero conservador. En un año electoral como éste muy poco se esperaría de Karzai para domeñar a los clérigos fundamentalistas.

Trágico nivel el de la justicia afgana cuya hipocresía es manifiesta cuando los censores emplean los resortes del estado para castigar a un disidente amparándose en principios religiosos que no son sino una excusa para su bajeza moral. Ni siquiera el líder de la nación se atreve a oponerse abiertamente, basado en un cálculo político a todas luces interesado. La bancarrota del estado es evidente: el poder está en manos de un clero que rinde sus principios ante la mentira que se ha creado de sí mismo.

Guillermo Ladd

martes, 25 de agosto de 2009

Mujeres del Islam


















Kartika Seri Dewi Sukarno


Lubna Ahmed al Husein


Dos mujeres comunes, su identidad conocida ahora públicamente, debido a que están acusadas por pecadoras. Una, descubierta durante el hecho "abyecto" de tomarse una cerveza, la otra complotando con otras 10 amigas contra el deseo masculino usando una prenda "execrable", un pantalón. (Ver, para más información, El País http://www.elpais.com/articulo/internacional/Pospuestos/despues/Ramadan/azotes/modelo/malaisia/beber/cerveza/elpepuint/20090824elpepuint_9/Tes y http://www.elpais.com/articulo/internacional/rebelion/sudanesa/ley/le/castiga/vestir/pantalon/elpepuint/20090729elpepuint_5/Tes). La primera, Kartika, vive en Malasia; la segunda, Lubna, en Sudán. Ambas tienen en común la religión, el Islam, y el castigo a recibir: Kartika, 6 latigazos en público, mientras Lubna 40. Nos preguntamos, qué establece la Sharía o ley islámica? o más precisamente, cuáles son los criterios empleados por los egregios jueces que las juzgaron basándose en ella, para determinar un castigo por un pecado tazir (es decir, no mencionado expresamente en el Corán, en oposición a los pecados hudud, sí mencionados)? Lo más interesante son los detalles para la aplicación del castigo, pues se especifica el grosor del látigo (nunca más grueso que un meñique femenino) y la altura máxima a la que el flagelador puede alzar el brazo antes de imprimir el golpe (es necesaria cierta delicadeza para con una mujer aún para azotarla se dirán).

La situación de estas mujeres es una buena excusa para referirnos a la condición de la mujer en el Islam. Éste ha sido siempre un tema controversial, pues para muchos, al ser expresión del dominio masculino sobre el cuerpo de la mujer, se ha pretendido validarlo recurriéndose incluso a una falsificada justificación coránica. Pareciera más bien que fuera la concepción Jahiliyya del mundo (es decir pre-coránica, con el rol de prostración moral y social en el que se encontraba la mujer) la que pretendiera mantenerse hasta la actualidad en contradicción con el evidente rol modernizante que trajo Mahoma a la sociedad de sus tiempos. Unos versos de las escrituras coránicas son citadas como el fundamento doctrinario para el control de la sexualidad femenina:
"Esposas del Profeta, no sóis como otras mujeres. Si habéis de cumplir vuestro deber, entonces no seáis ligeras al hablar...Y quedaos en vuestras casas sin mostrar vuestra belleza, expresión de la ignorancia de antaño" (33:32-33). Pero los exégetas son claros, los versos se refieren a las propias esposas del profeta (se dice que tuvo 13) y no a las mujeres en general. Al respecto, un artículo de Cheryl Benard (2004) publicado en el Christian Science Monitor (http://www.csmonitor.com/2004/0105/p09s01-coop.htm?print=true) subraya que el pensamiento de Mahoma se encontraba alejado de proponer la segregación sexual actual: el profeta, como se sabe, gozaba con la compañia de mujeres, buscaba su consejo, las nombró en puestos administrativos importantes e hizo de muchas de ellas autoridades a ser consultadas tras su muerte en caso de interpretación del Islam, alguna de ellas actuando inclusive como imam, en un tiempo en que era permitida la presencia simultánea de hombres y mujeres en una mezquita. Esa situación, pocas veces alcanzada por la mujer en otros credos religiosos, no había de durar mucho pues a la muerte de Mahoma sus sucesores, los califas, carentes de su brillo intelectual y sin la luz de más revelaciones (que murieron con el profeta) no pudieron impedir la erosión paulatina en los derechos de la mujer en los siglos sucesivos hasta devenir en la penosa situación de hoy.

Haifaa Jawad (1998) en su libro "The rights of women in Islam. An authentic approach" menciona con desazón al respecto: "...Matrimonios forzados, divorcios arbitrarios, mutilaciones femeninas y otros abusos son tristemente comunes en el mundo musulmán como lo son las restricciones en la educación de la mujer y su rol como fuerza de trabajo" (pp 15) como condiciones actuales que pintan claramente la situación actual de la mujer islámica.

Una explicación plausible de porqué el hombre musulmán da a la mujer este trato a pesar de las evidencias históricas y doctrinarias la da Daniel Pipes, experto sobre Oriente Medio: «en la visión islámica…la sexualidad de la mujer se cree que es tan poderosa que constituye un peligro real para la sociedad». Por tanto, las hembras licenciosas constituyen «el desafío más peligroso a que se enfrentan los hombres que intentan cumplir los mandatos de Dios». Combinados, «los deseos de las hembras y su irresistible atractivo les da a las mujeres un poder sobre los hombres que rivaliza con el de Dios» «Dejados a su capricho», continúa Pipes, «los hombres podrían muy bien caer víctimas de las mujeres y abandonar a Dios», dando lugar a desórdenes civiles entre los creyentes. En el pensamiento tradicional, señala Pipes, las mujeres constituyen una amenaza interna a la sociedad islámica semejante a la externa representada por el infiel (In the Path of God: Islam and Political Power, (NY: Basic Books, 1983), p.177).

Adquieren entonces, bajo esta luz, claridad las conductas masculinas: hay un enorme hijab y no solo ante el cuerpo de la mujer sino en la conciencia colectiva de la sociedad islámica. Recordemos que la shari'a, propone elementos físicos (velo, cortina es la acepción más reconocida de hijab) que separen a la mujer de la vista masculina. Lo lamentable son los extremos a los que son capaces de llegar los más fanáticos: la burqa, esa vergonzosa vestimenta aún usada en el Afganistán de hoy, que no permite la exhibición de la más mínima porción de piel femenina, se acompaña de una demanda masculina para su cumplimiento fiel; se han reportado agresiones contra las mujeres que han incumplido esta observancia, contándose de algunos extremistas que les han arrojado ácido en el rostro o las han dejado ciegas. En Arabia Saudita el testimonio de un hombre bajo la shari'a vale el de 2 mujeres (!), el analfabetismo femenino llega a ser del 50% de la población. Egipto, Marruecos, Jordania y Arabia Saudita tienen leyes que establecen que la herencia de una mujer debe ser menor que la de sus hermanos varones (usualmente alrededor de la mitad del monto). Las leyes marroquíes excusan el asesinato o la injuria de una esposa que es sorprendida en el acto de cometer adulterio; sin embargo, se castiga a las mujeres que agreden a sus maridos en las mismas circunstancias. Las mujeres sauditas no pueden casarse con no sauditas sin permiso del gobierno (que rara vez se otorga); les está prohibido conducir vehículos de motor o bicicletas; no pueden usar instalaciones sanitarias públicas cuando los hombres están presentes; y están obligadas a sentarse en la parte trasera de los autobuses públicos, segregadas de los hombres. En la Universidad Rey Saud de Riyadh, los profesores imparten clases a aulas de hombres mientras las mujeres las siguen vía televisión de circuito cerrado desde aulas distantes sólo para mujeres. Las mujeres deben cubrirse todo el cuerpo y la cara en público, y las que no lo hagan están sujetas a hostigamiento físico de parte de la policía religiosa saudita, conocida como la Mutaaw’in.

Quedan claros por tanto los resortes psicológicos que motivan en los hombres musulmanes esta irracional actitud: el deseo masculino es culpa de la mujer y es a ella a la que se debe contener. Sin embargo, estos hombres despiadados y la burocracia religiosa que convalida sus conductas han olvidado sus raíces fundacionales expresadas en un verso sencillo del Corán, que menciona en su simplicidad la manera cómo los seres humanos podrían hacer frente a sus tentaciones sexuales: "Decidle a los hombres creyentes que bajen la mirada, y decidle a las mujeres creyentes que bajen la mirada" (24:30-31) Esta admonición es una apelación sensata a la modestia del creyente ante los requerimientos de la inescapable sexualidad. La denuncia en todos los foros posibles de la coartación de los derechos femeninos, no obstante, sabemos que será lo único que podrá corregir este engendro ideológico. Demos por tanto nuestro apoyo a Kartika y Lubna, quienes resisten a pie firme los embates de la religiosidad islámica.

Guillermo Ladd