domingo, 15 de febrero de 2015

Charlie Hebdo y el deber de blasfemar




(Mahoma desbordado por los integristas: "Es duro ser amado por idiotas")

                                                                       "…Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.                                 Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado 
de MI PADRE; ¿por cuál de ellas me apedreáis? 
Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena 
obra no te apedreamos, sino por la BLASFEMIA
porque tú, siendo hombre, TE HACES DIOS…” 
Juan 10:31-33


El asesinato o la orden de asesinato de blasfemos se ha convertido en noticia en los últimos años en la secular Europa. Desde la fatwa decretada contra Salman Rushdie, pasando por el homicidio de Theo Van Gogh, los atentados contra las embajadas de los países que se negaban a juzgar a los caricaturistas daneses que habían execrado la figura del profeta Mahoma, la destrucción de la embajada norteamericana en Libia hace dos años por un irritante video, que se mofaba también del profeta, y que nunca apareció públicamente sino en youtube, hasta el asesinato despiadado de la plana mayor de la "irresponsable" (así se definirían ellos mismos) revista Charlie Hebdo, ha demostrado el claro peligro al que se encuentra expuesto el que pretenda vivir en una sociedad que permita un ejercicio cabal de la libertad de expresión con estados que no han podido operar una razonable represión del terrorismo de raíces islámicas que anida dentro de sus fronteras. Las respuestas dadas por quienes asistimos como testigos de la masacre expresan sin resquicios el repudio a acciones homicidas hechas por integristas musulmanes con la pretensión de imponer su modo de ver el mundo a quienes no la comparten.  

Por supuesto siempre hay excepciones, las cuales han demostrado no solo la insensibilidad de quienes expresaron una velada justificación del ataque a los caricaturistas de Charlie Hebdo sino la impertinencia de la circunstancia en que las hicieron. Lo interesante de estas expresiones es que provienen, en su totalidad,  del campo particularmente católico; de esta manera al solidario lema de las primeras horas "Je suis Charlie" se levantó una narrativa opuesta, respondiendo con enfado y expresando su abierta oposición, no dudando con vetar a las voces lúcidas que dentro del catolicismo manifestaban su apoyo a tal causa. Indudablemente con su rechazo a solidarizarse con los caricaturistas hacían explícitos no sólo sus odios sino los temores que abrigan. Cada vez resulta más claro que la única diferencia entre un  integrista musulmán y un ortodoxo católico se encuentra en que los primeros tienen la disposición clara a empuñar una Kalashnikov y se encuentran justificados por ideologías de clara estirpe fundamentalista, las que propugnan el Daesh y Al Qaeda en todas sus múltiples ramas. Aunque en ocasiones, lo saben bien los médicos asesinados por fanáticos provida, lleguen a igualarse en cuanto a la sevicia con la que actúan. Que los ortodoxos católicos no lleguen a asesinar blasfemos tiene una explicación sociológica no prevista por ellos mismos y que ha sido analizada con ironía por Fernando Savater en una crónica aparecida en los días siguientes a la masacre de París, que evidencia que los católicos, para su propio bien, han dejado de actuar de esta forma como los siglos pasados atestiguan meridianamente y no por iniciativa propia. Afirma Savater: "Las creencias religiosas son como enormes fieras, a menudo estéticamente hermosas pero temibles devoradoras de hombres: no pueden pasearse por las urbes civilizadas hasta que han sido bien domesticadas. Con el cristianismo casi lo hemos conseguido, pero el islamismo sigue todavía peligrosamente asilvestrado". Observemos la precisión con que afirma que la voluntad propia, la que la idea religiosa pretende imponer sobre sus adeptos y sus enemigos, ya no tiene la libertad que en los siglos anteriores a la expansión del laicismo poseía, en desmedro de los herejes y heterodoxos que nunca desaparecieron ni lo harán en el futuro. Notemos que ese es la principal contención que el laicismo ha provocado en el corazón de esa bestia desaforada en la que puede convertirse una religión o para ser mas precisos, en lo que pueden transformarse unos adeptos que rechazan someterse a la sujeción del otro, acostumbrados como han estado a imponer su voluntad sobre los demás (como el catolicismo histórico), o por quienes pretenden imponerla de ahora en adelante (como los fanáticos musulmanes lo quieren hacer hoy).

Así, Bill Donohue, presidente de la Catholic League, una organización que supuestamente defiende los intereses de esta afiliación religiosa, publicando cada año sus inefables Reportes sobre anticatolicismo, expresó de modo inequívoco lo que la ortodoxia católica piensa al respecto en un manifiesto publicado en la página web de esta organización: "Muslims are right to be angry". En dicha página se lee lo siguiente: "Es demasiado malo que él (Charb, director de Charlie Hebdo) no comprendiera el rol que jugó en su trágica muerte...De no haber sido tan narcisista, aún estaría vivo". William Cavanough, redactor de la Commonweal, importante revista católica, no dudó en publicar un artículo que se alineaba con la posición reaccionaria de Donohue, manifestando su incomodidad por la creciente tendencia a calificar de mártires a las víctimas de los hermanos Kouachi.

En esta misma vena, no pueden ser pasadas por alto las inoportunas declaraciones del papa Bergoglio, quien muy expresivamente, dando un puñetazo al aire, "razonaba" -es un decir- que quien hablara de la madre de uno -tal como dicen considerar algunos, felizmente pocos, católicos, a la Virgen María o a algún otro figurón del panteón católico- podría merecer una respuesta violenta por parte del ofendido, conducta a la cual Bergoglio consideraría dentro de lo normal. El jalón de orejas dado por el primer ministro británico David Cameron fue elocuente al respecto de este gazapo: "Soy cristiano, si alguien dice algo ofensivo sobre Jesús, puede que lo encuentre ofensivo, pero en una sociedad libre no tengo el derecho de infligir venganza sobre ellos" lo que mereció la aclaración posterior del portavoz del Vaticano, Francisco Lombardi, mediante un trabalenguas que ni él mismo parecía creérselo.

Pero lo que mejor evidencia las contradicciones dentro del campo católico a este respecto es lo sucedido con la revista jesuita Etudes, dirigida por el sacerdote Francois Euvé y que es vista mal por cuanto ortodoxo francés manifieste su opinión sobre ella, considerándola demasiado progresista para sus gustos. Etudes, tras la masacre decidió publicar algunos de los dibujos de los caricaturistas asesinados, animada por una presunción inobjetable: "el humor en la fe es un buen antídoto contra el fanatismo". La protesta no tardó en aparecer por los retrógradas de siempre: a los pocos días, como bien lo reseña el periódico Libèration, Etudes se vio obligada a cerrar su página y a retirar los dibujos que se consideraban blasfemos. No es necesario precisar quien estaba detrás de este recular, resulta una obviedad.

Estos ejemplos, de los cuales he querido mostrar los más importantes, demuestran la incómoda contradicción en que se encuentra el catolicismo actual, atrapados como se sienten en la camisa de fuerza en la que el laicismo europeo los ha encorsetado desde 1905, cuando Francia inició el proceso, creciente aún, de distinguir claramente lo que corresponde al ámbito de la religión y lo que corresponde al ámbito estatal, secularismo le llamamos nosotros, los ateos y librepensadores. Es claro que el poder de la Iglesia se ha visto mermado, algo que ellos mismos se niegan a aceptar, pero que evidentemente resulta un proceso que no tiene marcha atrás. El enfado es una muestra clara de que no conocen ni su propia historia, o la niegan en un alarde clamoroso de su propio desconcierto pues no entienden cómo, siendo portaestandartes de la única verdad que puede tener espacio en el mundo, no consiguen ganar nuevos adeptos a sus filas. Los católicos de hogaño no han leído ni siquiera sus escritos sagrados, pues de haber sido así se habrían dado cuanta cabal de lo que vincula a Jesús con Charlie Hebdo, el que ambos fueron considerados blasfemos precisamente por sus enemigos religiosos. 

La muerte de Cristo, decretada en el Sanedrín tuvo como principal argumento el que Jesús habría blasfemado contra la ley judaica, al considerarse él mismo dios. El hecho histórico fundacional del cristianismo es una blasfemia de la que el propio Cristo no se defendió pues consideraba que estaba en lo cierto, aunque pensemos muchos que estaba equivocado. El hecho histórico que da nacimiento a la entronización del ateísmo como postura filosófica madura para el presente siglo es el asesinato de los caricaturistas de Charlie Hebdo. Los enemigos del ateísmo se han perfilado con toda nitidez desde las sombras del fanatismo por lo que es necesario defender a quienes como Charlie Hebdo, continuarán haciendo de la blasfemia una herramienta que permita el proyecto que Charb, explicó con toda claridad: una tarea ineludible para el ateo contemporáneo, la banalización de lo religioso. La blasfemia nunca ha sido tan necesaria como ahora.

Ross Douthat, periodista de The New York Times ha pergeñado la mejor síntesis acerca de la necesidad de blasfemar en las sociedades liberales en un editorial escrito a las pocas horas de la masacre de París, señalaba así que "ese tipo de blasfemia -la practicada por los dibujantes de Charlie Hebdo- es precisamente la del tipo que necesita ser defendida, debido a que es aquella la que claramente permite a una sociedad libre un bien mayor. Si un grupo lo suficientemente grande de individuos está dispuesto a matarte por decir algo, entonces ese algo resulta casi ciertamente necesario que sea dicho, debido a que de otro modo el violento tendría el poder de veto sobre la sociedad liberal y cuando ese escenario se alcanza aquella civilización deja de ser liberal. Por supuesto, el liberalismo no depende de que ofendamos a todo el mundo todo el tiempo y es preferible una sociedad en la que la ofensa por si misma se encuentre limitada más que difundida. Pero cuando las ofensas son reguladas con el asesinato, allí es cuando necesitamos más y no menos de ellas, porque no podemos permitir por un solo momento que los asesinos crean que su estrategia puede triunfar".

Probablemente esta necesidad no se aprecie tanto en nuestras sociedades tercermundistas en las que el catolicismo sigue teniendo el control del estado, aunque el resquebrajamiento de esta autoridad cada vez se hace más notoria como lo demuestran México ó Uruguay con sus progresistas leyes sobre el matrimonio homosexual, por poner un ejemplo. En nuestras sociedades en las que aún no se hace evidente la impronta islamista ni sus requerimientos por controlar al resto de la sociedad, la blasfemia se hace necesaria mas bien para retar el poder que detenta aún el clero católico sobre las decisiones que atañen a todos los ciudadanos. La curia lo sabe bien y con frecuencia desliza la posibilidad de imponer legislaciones que regulen lo que se dice o no al respecto de las creencias o figuras religiosas que consideran dignas de respeto, pero hasta el momento no ha tenido mayor necesidad de esto, seguros como están de que aún detentan el poder sobre la mente de los ciudadanos de los países latinoamericanos, pero pronto -ya hay evidencias de que esto viene ocurriendo- sentirán que tienen la necesidad de imponer el control. El colaboracionismo histórico del clero latinoamericano, mayormente reaccionario, en la entronización del liberalismo capitalista a través del fascismo -no podemos ignorar las experiencias de Chile, Argentina, Uruguay- es una clara muestra de hasta qué límites está este clero decidido a llegar con tal de no perder su reino en este mundo. 

Guillermo Ladd



domingo, 9 de marzo de 2014

El Papa que no quería ser Superman

                                                                       
             

                                                                                         "El Papa es un hombre que ríe, llora, duerme                       
                                                                                          profundamente y tiene amigos como todos.    
                                                                                         Una persona normal...Sigmund Freud decía 
                                                                                         que en toda idealización hay una agresión.    
                                                                                         Pintar al Papa como una especie de  
                                                                                         Supermán  o una estrella me parece      
                                                                                         ofensivo".

                                                                    Entrevista al Papa por Corriere della Sera del 5.3.2014

Cierta amargura se deslizaba en la conversación amable que había venido sosteniendo Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, con Ferruccio de Bortoli, el director de Il Corriere della Sera quien tenía el privilegio de entrevistar nuevamente a Su Santidad el pasado 5 de Marzo. No faltó por supuesto la alusión al amor y servicio de la Iglesia Católica al que tanto él como sus antecesores nos tienen acostumbrados, lamentando el que no pudiera ser libre como los demás mortales para poder, entre otras cosas, visitar a su hermana enferma en Argentina. Preocupado por su imagen pública se animó a efectuar una interpretación psicoanalítica sobre lo que pudiera estarse pensando de él, con el aparente afán de acabar con esa "franciscomanía" que al inicio de su pontificado no creía necesario moderar. Pero parece que ya llegó la hora. Nos está diciendo, si le devolvemos con la misma moneda interpretativa al respecto de el párrafo que usamos de epígrafe, que no esperemos mucho de él. Sobre ninguno de aquellos temas por los que sus admiradores creían que, por fin, un pontífice tendría el valor suficiente para desfacer los entuertos causados por sus colegas, que le valiera ese genial graffiti que un admirador, español a todas luces, había efectuado en una pared cercana a San Pedro.

En esta etapa de su pontificado, a un año de iniciado el mismo, diferentes sectores católicos se han venido pronunciando sobre lo que afirmara en otro momento de la entrevista con respecto al espinoso problema de los pederastas y encubridores que aún aloja su Iglesia. Y lo han hecho por la tibieza con que parece querer resolver el problema y por la defensa que ahora está asumiendo, que huele más a una excusa que a una voluntad deseosa de restaurar la credibilidad de una institución que ha perdido mucho en estos últimos años. 

Algunos filósofos cristianos han pedido una respuesta más firme, Besancon y Scruton entre ellos, en vista de la insidiosa mala fe de algunos voceros del secularismo, que no pierden oportunidad de enrrostrarle su inacción. Así que ante la pregunta bienintencionada de Bortoli, Francisco no dudó en decir lo siguiente: "Los casos de abusos son tremendos porque dejan heridas profundísimas. Benedicto XVI fue muy valiente y abrió el camino. Y siguiendo ese camino la Iglesia avanzó mucho. Tal vez más que nadie. Las estadísticas sobre el fenómeno de la violencia contra los chicos son impresionantes, pero muestran con claridad que la gran mayoría de los abusos provienen del entorno familiar y de la gente cercana. La Iglesia Católica es tal vez la única institución pública que se movió con transparencia y responsabilidad. Ningún otro hizo tanto. Y sin embargo, la Iglesia es la única en ser atacada" (puede verse la entrevista aquí tal como apareció en español en el diario argentino La Nación). 

No tardaría en arder Troya: la respuesta evidenciaba, en vista de su reiterado silencio sobre el tema, dos aspectos que, para quien se encuentre medianamente informado no se correspondían con la realidad. El primero, que la Iglesia y sobre todo Benedicto XVI, habían tomado decisiones "valientes" sobre el asunto. El segundo, que los abusadores se encontraban en las familias y no en la Iglesia. De allí a la extrañeza que sentía por ser la Iglesia la única institución atacada sólo mediaba un paso...Y lo dió.

Al día siguiente el National Catholic Reporter publicaría un rotundo editorial "Francis, you must meet victims of clergy abuse" en el que se le respondía a Francisco que dichas afirmaciones "ocultaban las verdades más difíciles" acerca de este incómodo asunto, desenredando así todo ese aparatoso lenguaje que emplean los pontífices para evitar decir la verdad sobre un asunto cualquiera. Los del NCR le dirían líneas después: "El otro lado de esa verdad, Su Santidad, es que ninguna otra institución sobre la tierra tenía los medios o la voluntad de esconder tanto crimen y pecado por tanto tiempo. La realidad es que mientras los incidentes de abuso infantil son horribles, el escándalo más grande y persistente es cuántos obispos y cardenales ocultaron el pecado, pagaron a las víctimas enormes sumas de dinero para mantenerlos en silencio y rehusaron contar aún a sus colegas obispos y sacerdotes de los problemas potenciales que traería el transferir a los sacerdotes problemáticos" Y le recordaba además que si la Iglesia ahora acepta que exista el problema luego de negarlo por años es sólo debido "a la enorme presión pública fomentada por las víctimas y otros dentro de la iglesia exigiendo la verdad. Y los registros demuestran que los líderes de la Iglesia pueden ser menos que diligentes al aplicar lo nuevos estándares (acerca de cómo manejar estos problemas)". En el mismo editorial le implora preste atención a las historias de las víctimas, puesto que "a menos que esta profunda herida sea atendida de una manera amorosa y comprehensiva -a menos que el pastor del mundo sea capaz de atender compasivamente esta horrible injusticia dentro de su propia familia- la herida continuará infectándose y empequeñecerá todas las otras reformas pastorales e institucionales que Ud ha iniciado". Clarísimo el editorial, esperemos para ver qué responden Francisco o sus voceros.


No sólo los de NCR, el editor asociado de la revista Commonweal Magazine, Mollie Wilson O'Reilly también comenta en un artículo aparecido en el blog que patrocina la revista, "On sex abuse, Francis -alas- sings a familiar tune", que, si bien es cierto que hay revelaciones de abusos y encubrimiento en otras instituciones, como scouts, escuelas privadas, la comunidad Hasídica, "no es sólo una perspectiva distorsionada la que hace más visible los problemas de abuso sexual de la Iglesia: es la escala del abuso y su inadecuada respuesta, la persistencia del problema y la falta de transparencia y responsabilidad las que han hecho de este escándalo la comidilla de los medios por tanto tiempo. También está el hecho de que la Iglesia sea una Iglesia, lo que aumenta su relevancia como elemento que choca con la conciencia. Y es una Iglesia con una estructura de autoridad muy fuerte, muy visible, que cuando sus líderes cometen crímenes -o fallan en admitir errores- se refleja de mala manera sobre todos y todo". Añade asimismo que si los líderes de la Iglesia han respondido compasivamente y con voluntad de reforma, aunque no en todas partes ni consistentemente, "fue luego de décadas de empantanamiento...y de un impulso por menospreciar la enormidad del problema...No nos equivoquemos: las cosas no han sido resueltas. Espero que el Papa lo sepa, o que pronto hablará con alguien que pueda decírselo". Habrá alguien en su entorno que se animará? Como van las cosas parece que será otro el derrotero el que seguirá la pesquisa sobre este intrincado problema.


Por de pronto otras personalidades que no niegan sus principios católicos se han manifestado respecto de estos dos gazapos dichos inadvertidamente por Francisco. Francesco Zanardi de la Rete L'Abuso ha comentado a la BBC: "Los casos de abuso infantil cometidos por sacerdotes continúan ocurriendo, a todo lo ancho de Italia, y de los casos que hemos denunciado no hemos visto resultados". Mientras, Terence McKiernan, fundador del website BishopAccountability.org ha sido más directo en sus críticas, quejándose de que el Papa no sólo ha fallado en disculparse con los niños que han sido abusados sino que ni siquiera  ha expresado su pesar: "Es sorprendente que hasta estos tardíos momentos el Papa Francisco recicle esta retórica tan cansona y defensiva" (ver el artículo publicado por la BBC). Otros han sido más virulentos, por ejemplo la Survivors Network of those Abused by Priests, afirmó en un pronunciamiento que los comentarios del Papa reflejan "una posición arcaica, defensiva que no hará a los niños sentirse más seguros".


El golpe ha acusado respuesta, en vista que un obispo cercano a Francisco, Timothy Dolan, ha anunciado que el Papa se reunirá con las víctimas aunque no ha trascendido ningún programa de actividades al respecto. "Espero que lo haga. El Señor sabe que tengo que hacerlo y el Señor sabe que creo que la mayoría de obispos y pastores tenemos que hacerlo".

Un enigma saber lo que se trae Francisco, pero cada vez resulta más claro su pensamiento conforme manifiesta declaraciones a medios de comunicación que no le son abiertamente opuestos. Como no podrá negarlo no se requiere ser Superman para limpiar enteramente su casa. Sólo se requiere de una virtud que hoy por hoy parece no tener. Coraje suficiente para ver la realidad y para actuar acorde con ella.


Guillermo Ladd

domingo, 2 de marzo de 2014

Sarita Colonia, raíces de su culto. En el centenario de su nacimiento.


Ayer fue motivo de celebración para los que saben de ella y la veneran. Sarita Colonia (SC) nacía cien años atrás, en la ciudad de Belén en Huaraz, hija de un carpintero humilde: las coincidencias con Cristo como se verá no son gratuitas. Su mausoleo, ubicado en el viejo cementerio Baquíjano del Callao, estuvo ayer rebosante de un mar humano de procedencia humilde, que repartía entre los concurrentes, panes, mangos, caramelos, platos de carapulcra o lo que se hubiera querido buenamente llevar para compartir con los demás, en un despliegue de caridad que pocas veces puede verse en la religión oficial, aquella que le ha negado a sus devotos la categoría de santa a Sarita, magnífico favor recibido, por cierto.

El estudio de su culto adquiere importancia cuando queremos entender las estructuras mentales que movilizan a las clases populares en cuanto a su identificación con un proceso religioso que les permita tener un sentido de pertenencia a alguna estructura social sea o no a través de alguna denominación religiosa  o cuando pretendemos averiguar de qué elementos cognitivos, sociales o incluso políticos consta el interesante fenómeno de la religiosidad. 
Lamentablemente, desde un punto de vista histórico
es imposible obtener documentación alguna que nos permita entender los
recodos por los que transitó la biografía de SC: sólo existen la modesta foto familiar realizada antes de que la familia regresara a Huaraz debido a la enfermedad final de la madre de Sarita, en donde ella aparece con el rostro adolescente que servirá de modelo de todas sus posteriores reproducciones gráficas y el acta de defunción que menciona la causa de su muerte, paludismo. Sólo el testimonio oral, proveniente de los allegados suyos y cierta mitología popular que pretende explicar algunos detalles desconocidos de su vida e inclusive de los pormenores de su muerte, son los únicos elementos sobre los cuales se puede pergeñar un esbozo de quién fue ella.

Dos sustratos culturales pueden emplearse por lo tanto para intentar una explicación del culto: el análisis de algunos mitos de los que se buscará encontrar cuánto asiento tienen en la realidad y el análisis de la evidente modificación que su imagen ha sufrido con el correr de los años. 

Al respecto de los mitos que existen alrededor de su vida parecen algunos haberse concebido con el propósito de superar esa valla que el catolicismo ha impuesto para decretar la santidad de alguien, es decir la probada referencia a dos milagros que el/la aspirante a santo/a haya efectuado en vida, mientras que otros parecieran querer incidir en la vida no solo orientada a la bondad de Sarita sino a la pureza de la misma, es decir mitos que están referidos a una existencia libre de los imponderables de la sexualidad. 

Se cuenta así, refiriéndonos a lo primero, que tras la captura del bandolero Luis Pardo, un 7 de julio de 1921, cuando a la sazón SC tenía siete años, se acercó al envanecido comisario que resultaría siendo compadre del finado a quien había capturado, y le dijo "usted ya no esta detrás de usted, no hay nadie detrás de sus ojos, resulta que ya no lo veo, señor comisario", y siete días después a las 7 de la noche el comisario caería muerto por causas naturales. La reiterada mención al número 7 ya hacen sospechoso el supuesto primer milagro de Sarita, mientras que por otra parte no existe documentación alguna que pruebe su presencia durante ese hecho relevante de la historia de Huaraz.
Su hermano Hipólito refiere por su parte, en otra ocasión, la milagrosa aparición de un hombre rubio y fornido que habría salvado a SC de morir ahogada en un río y quien luego le habría dicho que aún no era hora de su muerte puesto que su padre, Dios, le tenía aún encomendada otras tareas. Otra hermana de SC desmiente a Hipólito y argumenta que la edad provecta de su hermano le hace contar este tipo de historias. De esta manera la pretensión de incorporar a SC al santoral católico ha fracasado, el esfuerzo de sus adeptos no ha podido trasponer el obstáculo impuesto por el oficialismo, situación que, no obstante, le ha permitido masificar su culto desde los años 70 en adelante.

Respecto de lo segundo, la supuesta vida virginal de SC, una sabrosa historia contada por una prostituta a Fernando Ampuero y que éste publicara en Caretas es muy reveladora: "Un día la santita iba caminando por una callejuela del Callao, cuando le salieron por delante unos hombres. Querían robarle y le revisaron los bolsillos. No encontrando nada de valor, decidieron violarla. Ella no se resistió; les dejó que rompan su vestido y la tumben al suelo. Pero cuando esos hombres abrieron sus piernitas, no les quedó más remedio que persignarse. El sexo había desaparecido. No tenía nada entre las piernas: era como un codo. Nada". Otro final de esta leyenda afirma que, desesperada ante la posibilidad de perder su honra, se arrojó a la mar brava de los barracones del Callao, muriendo en el acto. Ambos relatos son falsos, el primero por su práctica imposibilidad (a no ser que hablemos de una agenesia vaginal), habiéndose el último fabricado a partir de un hecho real ocurrido años antes con otra persona. Lo interesante en ambos es el cariz asexuado que pretende dársele a la intimidad de SC aunque fueran las prostitutas uno de los primeros gremios, además de estibadores y delincuentes, quienes dieran impulso a la aparición del culto como a la supuesta fabricación de este relato. La pretendida asexualidad de SC aparentemente sería una derivación católica que el sincretismo popular ha asumido como consideración necesaria para calificar como santo a alguien. De algún elemento tradicional se ha de valer la religiosidad popular para la creación de sus modelos de santos, éste, el de la asexualidad revela su cariz anacrónico al asemejarse a uno de los valores que se le atribuyen, por ejemplo, a la virgen María en el catolicismo.

El otro sustrato cultural del culto a SC es el que tiene que ver con la transformación de su imagen visual desde la única fotografía que se conserva de ella. La apariencia puberal que en ella se nos muestra, no dotada aún de caracteres sexuales tales como la turgencia de las formas, es explicable puesto que SC tenía 12 años cuando la foto se tomó en Lima, en un viejo estudio fotográfico al costado del Congreso de la República. Conforme el culto va desarrollándose, se la dota de una serie de añadidos que en primer término la hacen parecer cada vez más y más adulta. Su rostro se alarga a la manera 

de alguna madonna renacentista o para no ir más lejos para asemejarla a alguna damita criolla de fines del
siglo pasado. Su vestido comienza a adquirir unas blondas que la hacen lucir más coqueta, aunado al sutil parentesco con Santa Rosa que va a ir asumiendo cuando se añada al ícono un ramo de rosas bordeando el extremo inferior de la foto, aquello en lo que algunos han supuesto ver en la voluta de los pétalos una insinuante sexualidad. Un añadido ulterior, el engrosamiento y la vivacidad en el color de los labios parece corroborar esta hipótesis. Por cierto, este proceso plástico se ha obtenido paulatinamente durante los últimos 40 años como puede apreciarse en la figura que se encuentra en su mausoleo la que partiendo de la fotografía original nos permite apreciar las evidentes diferencias que separan una de la otra.

Qué puede estar representando esta modificación de la representación visual de SC en la mentalidad del poblador que se involucra en la adoración de su imagen? Arriesgando una hipótesis, pareciera que su transformación está destinada a hacer su imagen más aceptable para aquellos sectores sociales que han impuesto su patrón de lo que es la belleza, buscando la integración -imposible hasta ahora- de la estética de estos sectores populares con la estética dominante. No todo en la religiosidad resulta en una relación entre la figura religiosa y quien la adoraría, hay -y esta metamorfosis de SC así lo demuestra- otros factores que merecerían una mayor atención por quienes estudian el fenómeno religioso.

Lo que parece cierto, cuando nos centramos en el análisis de la vida cotidiana de Sarita Colonia, es que ésta discurrió como la de millones de seres humanos, sin hito alguno de relevancia que suponga alguna modificación trascendente en el modo de vivir la vida. El testimonio de sus allegados habla de su natural dulzura, de la amable resignación con la que vivía sus obligaciones, de su generosa conmiseración con las carencias y dificultades de los demás. No hay nada, por tanto, que nos permita suponer siquiera el atisbo de algún hecho milagroso. La pobreza familiar, el desarraigo al que tuvo que enfrentarse al migrar a Lima, la frustración de verse negada a la educación para velar por sus hermanos menores tras la muerte de su madre y su madrastra, su trajinar por múltiples oficios que como migrante se vio en la necesidad de efectuar para sobrevivir, desde empleada doméstica a vendedora de pescado, su muerte absurda por una enfermedad tratable- aunque sus hermanos argumenten que murió por una sobredosis de aceite de ricino, insinuando sin proponérselo su suicidio accidental- conforman como experiencias el destino común que comparte con tantos migrantes pobres que llegan a Lima.  

Tal vez sea esta historia en común, lo que permite la identificación de grandes sectores de la población provinciana con SC y el heroísmo o santidad que pretende colectivamente infundírsele a su vida. Resulta así que SC no es sólo un recuerdo de cómo la vida del migrante pobre se resolvió durante la segunda mitad del siglo XX, es además expresión fiel de la necesidad de santificar aquello que carece de reconocimiento por parte del discurso dominante que tiende a no otorgarle valor a estas vidas, tan sólo en apariencia vacías o carentes del pathos que la burguesía encuentra en las vidas de quienes la representan. El culto, por lo tanto, es expresión de cómo se opone este modelo provinciano y proletario al modelo limeño y aburguesado, y de cómo una mujer sencilla, que simboliza la vida de la gran mayoría, se vuelve de repente milagrosa porque así la aspiración colectiva lo desea de ella. Es importante que recordemos que no es sino hasta comienzos de los años 60 que SC "comienza" a hacer milagros, luego que -siguiendo una leyenda urbana- Candelaria, una mujer chalaca, devota, de aquellas que veneran a los muertos, encontrara al azar la cruz que el padre de SC plantara en la fosa común del cementerio Baquíjano para señalar el lugar donde supuestamente se encontrarían los restos de su hija, y le pidiera un milagro -costumbre arraigada entre muchas católicas limeñas de antaño- que luego le sería concedido. Así comenzó el culto a SC, producto de una casualidad. Pudo haber sido cualquier otra mujer, pero el tiempo estaba maduro, los migrantes -como en su momento los criollos del virreinato con respecto a Santa Rosa- necesitaban su propia santa. No pudieron elegir mejor.

Guillermo Ladd

miércoles, 15 de enero de 2014

La historia del cura pecador y su sádico arzobispo

Tan sólo dos días bastaron para que el escándalo -materia prima de la que viven los medios- le estalle en la cara a Roberto Carlos Cartagena, párroco de la Iglesia Recoleta de Arequipa, y amenace terminar con su vida religiosa. Un par de fotos en la que se ve al sacerdote saliendo de un hostal abrazado de una asistente parroquial aparecidas en el diario Sin Fronteras, un titular sensacionalista como "Cura Pecador" y el asunto estaba servido.

La posterior reacción de los implicados en el asunto resulta sumamente ilustrativa. Mientras Cartagena callaba en siete lenguas, se le suspendía en sus funciones y era enviado a Lima, osu pareja Ivonne La Torre, tras el desconcierto inicial que la hizo excusarse afirmando que se encontraba reunida en el hostal con el sacerdote para coordinar sobre una chocolatada para los niños pobres arequipeños, se ha mostrado muy locuaz con los medios. Una entrevista a RPP muestra bien sus motivaciones, el despecho que sufría por la actitud mujeriega de Cartagena y el acoso de mujeres de la parroquia que se habían enterado días antes de los entresijos de esta relación. "No hay mentira que se pueda sostener tanto tiempo, yo asumo lo que hice, siempre me decía hay que cuidar al párroco, pero qué gano yo cuidando al párroco si el mismo se exponía andando con una y otra’, expresó la mujer (ver http://www.rpp.com.pe/2014-01-14-acompanante-de-sacerdote--no-hay-mentira-que-pueda-sostenerse-tanto-tiempo-noticia_661923.html)


Por su parte las mujeres parroquianas con su agresiva actitud hacia La Torre, acosándola telefónicamente o agrediéndola físicamente demuestran lo qué las anima a dicho comportamiento, aquello que no está hecho de otra cosa que lo que la sibilina respuesta dada por monseñor Javier del Río Alba, quien sugiere una extraña advertencia, demuestra: “Las mujeres no deben ilusionarse con los sacerdotes pues estas relaciones siempre terminan mal”. En otras palabras la conducta que las parroquianas han tenido hacia La Torre y la interpretación que da el arzobispo de la conducta sexual masculina, son las caras de una misma moneda que nos muestran un hecho incontrastable que modela el ideario ideológico nacional con respecto a las conductas sexuales de hombre y mujer en nuestra sociedad: la responsabilidad por lo ocurrido no recae en el sacerdote, que a fin de cuentas es un hombre que, en sociedades como la nuestra, parecen tener la excusa de que su sexualidad los obliga imperiosamente a actuar pero que sí la sociedad quiere evitar resultados deletéreos podrían y deberían ser  controlados por una mujer, siendo así que, de no ocurrir, esta mujer habría sido la responsable del accionar masculino, al tentarlos. Qué primitiva forma de ver las interacciones entre hombre y mujer, llamativa en un hombre de dios, supuestamente bien educado. Queda por estudiar el papel del catolicismo en la formación de esa ideología de notorios matices machistas y misóginos. 

Lo costeante de toda esta telenovela creada alrededor del cura pecador, es lo que el arzobispo demuestra en un sádico ejercicio de sometimiento del pecador, que en sus palabras es la forma que tiene su formación religiosa de promover  una ejemplar sanción como la que se ha propuesto para Cartagena.  Ha dicho monseñor del Río : "Si fue una caída, es decir, cedió a una tentación, se le puede ayudar, pero si sostenía una relación, es una falta grave, por lo que correspondería la expulsión de la Iglesia. El código canónico prohíbe siquiera mantener un sentimiento por otra persona”. 

Llamativo que ante esta severa restricción a la libertad de sentir afectos hacia los demás, más aún los que supongan la actividad sexual, los sacerdotes que sufren esta restricción a su libertad individual aceptada al parecer con el suficiente discernimiento no expresen con madurez su oposición a la misma. Cartagena en los hechos se opone radicalmente al dictum eclesiástico, el que obliga al sacerdote al celibato, tal y como su conducta sexual lo manifiesta, pero ante el escándalo social producido, la culpa sentida y la presión de sus superiores han terminado por reblandecer su respuesta, sometiéndose. No nos será difícil ver que, tras un silencio prolongado Cartagena acabe en otra parroquia en la que no conociéndosele seguirá impartiendo los sacramentos luego de una oportuna cura en los centros que para estos efectos -curar el deseo sexual- tienen los sacerdotes a su disposición. Ni nos será difícil saber de él que en el futuro seguirá con dichas conductas sexuales que su hipocresía o su incapacidad para decidir un futuro que estando basado en la sinceridad pudiera hacer de él un mejor ser humano. Espero equivocarme.

Atte
Guillermo Ladd
Médico asistente

lunes, 23 de diciembre de 2013

"La Navidad se canceló. Jesús fue abortado"



Las activistas de FEMEN lo saben bien, nada puede esperarse del Vaticano con respecto al derecho que tienen las mujeres de hacer con su cuerpo lo que ellas buenamente decidan. Tan sólo hace cuatro días una de las principales dirigentes de esta facción feminista internacional hizo una demostración pública en la plaza San Pedro, Roma, en la que, como es habitual en ellas, empleó su cuerpo como instrumento de propaganda. El mensaje puede resultar equívoco si se desconoce qué alienta sus manifestaciones, pero no deja de ser provocador: "La Navidad se canceló. Jesús fue abortado". Mientras algunos sectores intelectuales seculares se sienten atraídos por las inclinaciones del papa Francisco, para mujeres como las militantes de FEMEN el asunto está meridianamente claro. 

FEMEN, con este happening efectuado por Inna Shevchenko, ha venido desplazando su actividad política -inicialmente expresada con la exposición de sus cuerpos semidesnudos o desnudos
ante la opinión pública- desde la defensa de los derechos femeninos en Ucrania, al ataque de las instituciones que en su entender están detrás de la ideología que oprime a las mujeres a escala global. Tan solo el año pasado, tras la captura de tres militantes del grupo Pussy Riot en Moscú, FEMEN derribó una cruz en Kiev que simbolizaba a los miles de cristianos muertos durante el régimen stalinista (ver 
http://www.ibtimes.com/topless-pussy-riot-supporter-chops-down-cross-chainsaw-support-russian-punks-750865), mientras que en lo que va del año se han manifestado en tres ocasiones contra la Iglesia Católica: en Enero, durante el Angelus que oficiaba Benedicto XVI, en apoyo a los derechos de los homosexuales en Francia (http://www.lavanguardia.com/internacional/20130113/54360825098/activistas-desnudan-vaticano-angelus.html), en Marzo pasado para manifestarse contra la elección de un nuevo Papa y ahora ésta última . Por supuesto, su puntería no ha sido dirigida sólo contra el cristianismo, toda otra forma de religión basada en el patriarcalismo también ha estado en su mira (ver este video en Youtube http://youtu.be/oV7KMDFWqgQ).

Ahora, en acciones coordinadas a lo ancho de Europa, se han manifestado no sólo en Roma sino también en París y Madrid. En esta ciudad la manifestación se hace en medio de un clima caldeado por la recientísima ley Gallardón que limita en forma considerable la ley que favorecía el aborto que el gobierno socialista había establecido años atrás.



Pero qué puede significar esta radical manifestación, qué se encuentra detrás de la exhibición del cuerpo desnudo de una mujer, qué significa su "sextremismo" contra el gobierno Ucraniano primero y luego contra la sharía islámica, y finalmente contra la ideología que sustenta la oposición al aborto dentro del catolicismo y sus valedores políticos en España? FEMEN, según las entrevistas que han dado sus militantes a diversos medios de comunicación, reconoce que los problemas de la mujer no son propios de una formación social determinada, son globales, de allí su asalto a los medios audiovisuales a través de estas expresiones políticas que no dejan de carecer una tono marcadamente artístico en medio de su extremismo visual. "Mi cuerpo es mi arma" dicen, y aunque nos hacen recordar lo mismo que dicen los terroristas islámicos cuando se preparan para un suicidio, el mensaje está adecuadamente moderado en FEMEN: la intención es escandalizar, exhibir el cuerpo femenino para romper con la prohibición masculina que de él se hace en países dominados por burocracias serviles a sus aparatos religiosos, denunciar a estos credos religiosos como los causantes del sufrimiento de millones de mujeres a escala mundial por preceptos que se imponen sobre ellas sin haber sido previamente consultadas.

De allí que lo escrito en el cuerpo de Inna, adquiere su verdadero valor cuando se es una mujer sometida a un aparato socio-político-religioso que ignora él mismo porqué hace lo que hace. Manifestar así que la Navidad se canceló porque Cristo ha sido abortado, es una manera escandalosa,  no cabe duda, pero merecida, de denunciar cómo puede celebrarse una festividad como ésta cuando millones de mujeres están sometidas a credos ahítos de insustancialidad, que pueden en caso extremo arrebatarles sus vidas como ocurre en países como Ucrania o Perú, en donde sendas burocracias eclesiales, ortodoxa o católica, se han impuesto sobre sus respectivos estados para privarlas de las decisiones que sólo a una mujer competen.


Guillermo Ladd



domingo, 17 de noviembre de 2013

El Evangelio de la Carne, una aproximación crítica

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El Evangelio de la Carne, dirigida por Eduardo Mendoza de Echave (Lima, 1975), obra de madurez de este joven cineasta es una de las pocas películas peruanas de reciente factura que merece verse. El discurso ideológico que sustenta al guión, la abigarrada imagen visual que nos da de la Lima actual -la de las capas medias empobrecidas o la de las capas pobres que pretenden arribar a mejores condiciones de vida-, el papel de la religiosidad popular en la conformación del ideario que da sustento a los mecanismos de poder de hoy en nuestro país, la reveladora distinción entre los papeles que la sociedad peruana otorga a hombres y mujeres, son argumento suficiente para no perdérsela.

Tres hombres, Gamarra, Félix y Narciso, muestran las dificultades de la masculinidad en el imaginario popular peruano. Sus destinos, cuyas raíces y soluciones los personajes ignoran en todo momento además de no planteárselos como problema a ser resuelto, se verán fundidos en el día final que muestra el clímax de la película. Así, bajo los acordes del Adagio de Albinoni, la secuencia final muestra los límites que tienen para dar respuesta al momento en que sus destinos se encuentran, secuencia tumultuosa como un combate entre barras bravas o como la participación en una procesión como las que ocurren en Octubre en Lima: 

Gamarra, un policía encubierto, acude ante la efigie del Señor de los Milagros con el cuerpo moribundo de su esposa, luego de ser estafado por unos cambistas que le impiden conseguir el dinero suficiente para el trasplante medular que ella requiere para curar una enfermedad que nunca sabemos cuál es y luego de enterarse que la donante -la hermana alcohólica de su esposa- se ha suicidado para negarles en un acto final de venganza contra ambos la posibilidad del trasplante, aparece -repito- ante la efigie esperando lo último que le queda, que ésta se apiade del inmenso dolor que la pareja sufre y cure milagrosamente a su mujer. 

Félix, un chofer interprovincial que carga con la culpa insoportable de haber sido responsable de la muerte de siete personas al haber bebido antes de embarcarse en el fatídico viaje, pretende redimirse -luego de ser abandonado por su esposa y de ser salvado del suicidio por una mujer miembro de la hermandad del Señor de los Milagros- buscando ser aceptado en una cuadrilla de aquella, aunque para conseguirlo emplee cualquier medio, incluso el formar parte de una banda encargada de falsificar dólares y aunque los miembros de esta hermandad le nieguen la redención que buscaba al negarse a aceptarlo debido a la gravedad de su pecado y a pesar de los sacrificios a los que se obliga o de la anónima colaboración que hace con el dinero que obtiene de las estafas para que la hermandad consiga el costoso pendón que se habían comprometido en entregar como ofrenda al Señor de los Milagros. 

Finalmente Narciso, líder de una barra brava, la de los Húsares, muestra la serie de errores que comete al pretender mantener su liderazgo: su hermano está preso por haber causado un desafortunado accidente a un peatón mientras escapaba de una barra enemiga, pierde a un "hermano" de su grupo al ser liquidado en el intento de recuperar una bandera robada, participa como vendedor de los dólares falsos que fábrica Félix con la finalidad de conseguir un abogado que libere a su hermano de ir a Lurigancho y finalmente resulta asesinado por El Zorro, el rival con el que se disputa el liderazgo de la barra, al aceptar su ayuda en el enfrentamiento final con la banda enemiga y que curiosamente vemos que en la película éste coincide con la salida de la procesión a las calles de Lima. 

La película, desde un punto de vista psicopatológico, coloca en un mismo nivel las creencias de estos personajes. Siendo ideas sobrevaloradas sustentan la ideología de  todos ellos ante el conflicto en el que cada uno se encuentra, siendo así que la solución que cada uno enfrenta resulta siendo desesperanzadora, tal vez por el hecho de no basarse ni en la racionalidad ni en la canalización de los afectos en un propósito que permita construir una identidad mejor a la previa. Sabremos así que Gamarra no recibirá el ansiado milagro, que Félix será aceptado en la Hermandad por la piedad de sus cofrades y que sólo en su imaginación creerá que ha pagado sus errores, que la confraternidad que Narciso creía encontrar en la barra brava es una falsedad demostrada in extremis por su asesino. Ninguno logrará redimirse si para conseguirlo mantienen la estructura ideológica en la que basan sus acciones, aquellas que producen un sentimiento de frustración no sólo en los personajes sino en quien observa la película, pues los personajes no son conscientes en momento alguno de los motivos que perfilan sus ideas con respecto a la vida. Tal vez sea esta razón, su descarnada ignorancia ante los hechos con que el mundo los reta, la que nos hace compadecernos de ellos y de su dolor.

Una nota aparte se merece el papel que en la película trasuntan las mujeres: críticas con el ejercicio de la masculinidad, demuestran que lo único que tienen para intervenir en los fragores de la acción social es la entrega de su cuerpo o su negativa a ofrecerlo a los hombres. Vemos lo primero en la relación que tiene Félix con su esposa o Narciso con su madre, lo segundo en la escena proverbial en que la esposa enferma le ofrece su cuerpo desnudo y estragado por el dolor físico y moral a Gamarra comparándolo con el de la jovencita que lo ha ayudado en una pollada a conseguir dinero para su cirugía y que se le insinúa en esa actividad en un contorneo de notoria sensualidad. 

No obstante, la película no pierde valor si su intención es mostrar aquello que no debemos hacer, confiar en la ideología para resolver los conflictos humanos. Tampoco, por supuesto, si observamos las indudables cualidades estéticas que Federico de Cárdenas ya nos ha explicado en un reciente artículo (ver http://www.larepublica.pe/27-10-2013/cine-el-evangelio-de-la-carne), al permitirnos entrar en esos universos visuales a los que no tenemos acceso, los de las barras bravas, los de la Hermandad del Señor de los Milagros, los de unos traficantes de órganos que no se atreven a desollar a un hombre tatuado con la efigie del Cristo moreno, los de los falsificadores de moneda, con toda la luminosa aproximación que Mendoza de Echave nos ha ofrecido en esta valiosa película.

Guillermo Ladd

jueves, 14 de marzo de 2013

La gran renuncia




"Poscia ch'io v'ebbi alcun riconosciuto,
vidi e connobi l'ombra di colui
che fece per vittade il gran rifuito"
(Así que distinguir los rostros puedo,
miro con más fijeza,
y vi entre varios al que la gran renuncia hizo por miedo)
Dante Alighieri.  La Divina Comedia  Inf.  III, 58-60


El célebre florentino no dudó en colocar en el Infierno al papa Celestino V, junto a los inútiles y/o neutrales que se encuentran entre la puerta y el vestíbulo del Hades, quien -benedictino como J. Ratzinger y quizá por razones parecidas- no tuvo reparos en renunciar al papado en el siglo XIII. Por supuesto, las razones del enojo de Dante hacia quien consideraba una esperanza, tienen que ver con las consecuencias políticas que tuvo sobre su facción y él mismo en vista de la represión brutal que cayó sobre ellos cuando Bonifacio VIII asumió el papado. Mas, de allí a pretender recomendar similar castigo para Benedicto XVI es indudablemente tanto un despropósito como un imposible, dios no escucha a quienes no creen en él y el infierno como entendemos, no existe. Ni, dios no lo quiera, se nos pasa por la mente que un anciano con notorias limitaciones políticas y humanas merezca tal suplicio por el solo hecho de reconocer su impotencia y su notoria falta de fuerzas.

Lo cierto es que nunca sabremos las razones reales por las cuales B-16 termina su papado. El hermetismo enfermizo del catolicismo jamás se permitiría algo similar, estando en juego su reputación y porqué no decirlo, su control sobre la mente de un quinto de la humanidad.

Lamentablemente este ejercicio deshumanizado del poder, que hace a los miembros de la curia impermeables a la crítica y negados para cualquier adaptación a las condiciones de la vida moderna -llámese libertad informativa, transparencia o apertura hacia el actual zeitgeist- trae como consecuencia que toda suerte de hipótesis sea elucubrada por quienes pretenden tratar de entender lo que ocurre en Roma. Sabremos que ellas nunca serán desmentidas y que sólo lo que resulte conveniente recibirá su aprobación: es claro que el clero se ha situado a sí mismo entre el hacedor y su grey y que sólo le deben explicaciones a quien les ha dado el poder del silencio. Así ha sucedido en todos los escándalos recientes en los que la Iglesia católica ha sido encontrada con la sotana en el suelo. El asunto intrincado del lavado de activos del IOR, la inescapable responsabilidad sobre el encubrimiento de abusadores sexuales, la insidiosa figura dada por los Vatileaks, expresión clara de las luchas de poder que se dan al interior de esta antigua formación sectaria, todas son la explicación probable de "Il gran rifuito" de B-16.

Él mismo, en el lenguaje críptico que caracteriza a todo Papa, se ha encargado de darnos los indicios correctos: en primer término, en su sorpresiva renuncia hizo mención a la notoria falta de fuerzas (Libération, el diario grancés, duda si física o metafísica, interpretando la decisión como expresión de una galopante depresión en la que se encontraría inmerso el ex pontífice) para continuar su ministerio, mientras lo que acentuó en la última celebración por Miércoles de ceniza fue algo más explícito: acusó a las distintas facciones en pugna de hipocresía, rivalidades y “divisiones que desfiguran el rostro de la Iglesia” (ver la prensa internacional al respecto). Más claro, el agua.

Lo llamativo es el aparataje mediático que posee el catolicismo, que no ha dudado en representar teatralmente una pantomima insoportable para los seres humanos que desbrozamos el oropel y nos quedamos con la esencia de las cosas. Lo que indudablemente es una derrota de los facciosos en pugna ha sido revertida en una victoria de la decisión personal, inspirada -que duda cabe- por el Espíritu Santo: la suficiente expresión afectiva por parte de los fieles quienes apenas entienden lo que ocurre tras las bambalinas eclesiásticas, es de necesidad permitir, pero por supuesto sin trasponer los linderos del secreto que ha de mantenerse a toda costa, sin que una sola explicación cabal de tan histórica decisión trascienda a la opinión pública. Finalmente, cuándo les habrá interesado a este grupo de narcisistas de rosario y sotana la opinión ajena, cuando no sea para tergiversarla, maniatarla o sobornarla.

No obstante quedan claras algunas cosas sobre este culto singular: carente de democracia interna, la educación de sus fieles es lo que menos importa, lo principal es mantener en ellos el estado de infantilismo mental que les hace soportar hasta lo insoportable. Para ellos -los fieles de a pie- cada vez resulta patente que no tienen parte en las decisiones que tienen que ver con quienes supuestamente los representan ante su hacedor: ni la presión de grupos laicos sobrevivientes de los abusos sexuales sacerdotales que no querían tener a algunos connotados cardenales presentes en este cónclave pudo torcerles el brazo a los miembros del Colegio cardenalicio que cuenta entre sus miembros a algunos impresentables como Roger Mahony, Sean Brady o Godfried Danneels, cardenales electores e incluso "papables". La presencia de estas personas habla bien de lo cuestionable de esta sucesión, pero asunto es de ellos, nadie les puede impedir hundir su propia nave.

Sea cual fuera el resultado de este cuestionado cónclave lo cierto es que el lampedusismo está en la base de la política curial. En el Gatopardo el célebre autor italiano manifiesta la tajante expresión de su cinismo político: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". "¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado". "…una de esas batallas que se libran para que todo siga como está". Y cómo cambiaría en nuestro caso está Iglesia si los mismos cardenales colocados por JP2 ó B16 son los que van a elegir al nuevo pontífice, si pocos de ellos se han enfrentado a los encubridores, si las luchas intestinas han de persistir. Nada va a cambiar, cambiándolo todo, en apariencia por supuesto.

Tal vez sea el columnista del New York Times, Frank Bruni, reconociendo la imposibilidad de este  cambio con cualquiera que sea el próximo Papa, quien ha logrado resumir mejor la flagrante contradicción existente entre la curia romana y el fiel de a pie: "Y muchos esperanzados, dolidos, católicos serán dejados donde ellos estaban bajo Benedicto: con una fe cuya esencia los calienta, pero cuya administración formal los deja helados".

Guillermo Ladd