miércoles, 19 de septiembre de 2012

El Génesis de Robert Crumb


No veo cómo un hombre con cierto sentido del humor
pueda alguna vez ser religioso -a menos que a propósito
cierre los ojos de su mente y los mantenga cerrados con fuerza

Mark Twain, Cuaderno 27 (Agosto 1887- Julio 1888)


Robert Crumb era un hombre frustrado con el sexo hasta que aprendió por sí mismo, luego de muchos ensayos y errores, que la "única" manera de tener éxito con las mujeres es a través del poder masculino en cualquiera de sus formas: no se le ocurrió mejor manera que el empleo de lo corrosivo del humor gráfico para dichos fines. Padre del comic underground o simplemente comiX, en plena década de la revolución sexual, de la experimentación con LSD y otras yerbas, de la política contestataria y la contracultura en oposición a toda manifestación humana influída por las ideologías de turno, es decir hijo de la década asombrosa de los 60s, Crumb habría de hacer historia con una serie de hitos gráficos que pasarían a constituír parte de la formación humanística de todo hombre contemporáneo que vive en su tiempo. Cómo ignorar a personajes como el irreverente y descomedido sexual Fritz, el gato; el antigurú Mr Natural, la voluptuosa Angelfood McSpade y su contraparte masculina Mr Snoid el inefable morador de las partes terminales del intestino de aquella. Sincerísimo conocedor del alma humana, Crumb no dudaba en cuestionarse y ridiculizar su persona haciéndola un personaje más de sus historietas expresando con justicia que nada sagrado existe que no pueda ser objeto de mofa en un rotundo ejercicio cuestionador de la propia esencia humana. El feminismo, la forma de vida norteamericana, el capitalismo y su influencia sobre las ideologías, la guerra entre los sexos expresada a través de un erotismo exhuberante y sin hipocresías, los meandros de la propia personalidad que se muestran a través del inútil respeto que tenemos de las ilusorias concepciones de nuestro propio yo, todos estos temas ya de por sí de tremendo impacto filosófico fueron pasto de su visión crítica del mundo.

En un momento álgido para la humanidad -recordemos que los peligros de la guerra fría y sus posibles desenlaces nucleares, aún en ciernes para su época, eran parte de las elaboraciones teóricas de la filosofía de entonces- aparece Crumb con sus tebeos, dándole una vuelta de tuerca al papel valedor del status quo que hasta la eclosión de su arte predominaba en el cómic norteamericano. No es posible ignorar que el imperialismo requería de héroes que confirmaran que éstos, que extrañamente sólo nacían en la América del Norte, estaban en la disposición de salvar el mundo de todos los enemigos de la concordia mundial, una situación posible sólo bajo la égida del capital como única condición necesaria. La ingenuidad
sexual de los superhéroes de las décadas de los 40 y 50s, la necesidad de que contaran con superpoderes que los distinguieran del resto de la humanidad -cuando no fueran parte de una raza sobrehumana, contrasta ostensiblemente con la naturaleza de los antihéroes de Crumb, libertinos, excesivos u obsesionados sexualmente, nunca hipócritas o absorbidos a un sistema social inmoral del que sólo su denuncia podía ser una actitud valiosa.

Por todos estos antecedentes resulta de sumo interés la lectura de su último comic: El Génesis, en el que ilustra el texto literal de ésta porción de la biblia. Como no podía ser de otra manera le ha impuesto su propia y peculiar forma de percibir el mundo, de tal manera que ha tenido que poner una sutil advertencia al menor de edad que suena a sarcasmo, a saber, que éstos no hagan ésta lectura sino en compañía de un adulto; es decir, toda una invitación a la trasgresión.

El Génesis, lo sabe Crumb, es un acopio de contradicciones e inconsistencias efectuado por la mano de varios escritores judaicos que pintan a un extraño dios que en su omnisciencia ignora lo que los humanos hacen o podrían hacer; y que en su omnipotencia, no puede impedir el mal practicado por el producto de su creación. Libro plagado de tal insustancialidad es mejor leerlo a manera de un cómic. Como aparece en un artículo publicado en el New Yorker, Crumb -que pretendía sólo ilustrar la historia de Adán y Eva, siendo retado por un amigo a extender este trabajo a todo el Génesis- se encontró con un texto de tanta extravagancia que por sí solo satisfacía su planteamiento inicial de aproximarse al texto de una manera satírica, tocándole a él sólo sazonarlo gráficamente con sus propios aportes acerca del erotismo de los personajes mencionados, del resto del trabajo los escritores del antiguo testamento ya se habían tomado cargo. Tenemos la impresión que Crumb ha creído que expresar el libro tal cual es, sin añadirle mensaje alguno, sino sólo con su ilustración, puede ser suficiente para quitarle todo nimbo de respetabilidad sacra, para quien sepa leerlo. Afirma sobre el Génesis bíblico, por ejemplo: "Contiene una moralidad tan morbosa, y se ambienta en un mundo antiguo que es tan aguzadamente primitivo y brutal. Se presta tan bien por si mismo a este tipo de ilustraciones para comic de contenido escabroso" (Ver Vanity Fair 22.10.2009). Como muestra hemos añadido una de las páginas del cómic, en el que se relata la historia incestuosa de Lot y sus hijas. La audacia de la propuesta de Crumb contiene un claro planteamiento contracultural, pues, en sus propias palabras "Muestra cosas que ellos (los creyentes) creen que no debería mostrarse...Las historias acerca del incesto tienen la misma importancia que las más famosas de Noé y el Diluvio o la Torre de Babel o las de Adán y Eva y otras más. Creo que es la cosa más significativa acerca de realizar un comic sobre el Génesis. Todo está iluminado...las ilustraciones tienen mucho más poder que el texto. El texto es solo un manojo de pequeños símbolos. Uno tiene que leerlo e imaginarlo, y aún eso puede ser censurado. Con las ilustraciones eso es mucho más inmediato".

Crumb, en la misma entrevista del Vanity Fair, expresa una de las razones para la creación de su genial comic: desprenderse del proceso de lavado cerebral al que fue sometido de niño por sus maestros católicos, proceso del cual afirma sin contemplaciones "terrible cosa que se le hace a un niño". Imposible no coincidir con él, imposible no saludar su cómic como un producto de avanzada en la crítica de éstos productos culturales vacíos e insustanciales en que consisten las religiones.

Guillermo Ladd


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